En la última década el incremento de la violencia social es un hecho tan tangible como alarmante. Atentos a esta realidad, el XI Congreso Nacional de Psiquiatría que se celebra en Santiago de Compostela fija en esta cuestión uno de los argumentos centrales del congreso, plasmado en cinco mesas específicas de esta materia que revisan la violencia de género, la violencia en la infancia y la adolescencia, la relación entre violencia e inmigración, la violencia y el subdesarrollo y la violencia social. Francisco Vidal Pardo, presidente del congreso, entiende que la psiquiatría ha de buscar respuestas a este fenómeno creciente en lo que le concierne, bien en los trastornos de los impulsos o bien en los desarrollos paranoides y, por qué no, en las nuevas patologías.
A juicio del experto el desarrollo de la sociedad del bienestar puede ser una de las causas de este brote de violencia. La posibilidad de conseguir todo lo que se desea provoca que la sociedad baje sus defensas. Esto genera la disminución de la resistencia a la capacidad de sufrimiento, lo que aumenta la frustración que deriva en violencia social. Sin ser la única razón posible, sí es verdad que se trata de una realidad que ha de tenerse en cuenta.
No es suficiente con esto. Vidal Pardo considera necesario observar si detrás del episodio violento hay alguna patología psiquiátrica oculta, bien conocida o bien novedosa, un tipo de enfermedad que está generándose a raíz de esta nueva realidad. Además no hay que desdeñar el posible abuso en el consumo de sustancias tóxicas o los flujos de los movimientos migratorios que trasportan diversas patologías psiquiátricas ajenas al medio al que se desplazan y generan fuertes sensaciones de desarraigo.
En cualquier caso, Vidal Pardo asegura que las aportaciones procedentes del mundo de la psiquiatría no pasan por dar con la fórmula mágica. Eso es algo que compete a todas las capas sociales. La psiquiatría puede realizar un diagnóstico sobre la situación actual para establecer una política de prevención y tratamiento en los casos en los que sea posible actuar. A partir de ahí, son diversas las fuerzas sociales que han de entrar en acción.
Pese a que la normativa legal vigente ha recrudecido las penas en torno a este fenómeno de la violencia social (infantil, de género, etc.), la realidad es que la violencia social sigue ahí, latente, lo que indica que es necesario una acción multidisciplinar para atajar el fenómeno.
Vidal Pardo desea trasmitir una realidad que a menudo provoca confusión en la sociedad. Es verdad que muchos actos violentos tienen como origen un problema mental, pero de esta realidad no puede ni debe deducirse que el enfermo psiquiátrico sea violento por naturaleza. No se pueden equiparar ambos términos, sobre todo para evitar caer en el estigma.