Don Bosco, ese gran sacerdote bajito, pero de corazón grande y genero. Si hacemos un repaso en la historia encontraremos grandes personas que, a pesar de tener una estatura más bien baja, han destacado por tener un gran corazón: Teresa de Jesús, Ángela de la Cruz, Teresa de Calcuta, nuestro querido Don Bosco Y es que, lo importante en las personas es su corazón, dado que el físico en las persona es pasajero, de nada vale ser grande en estatura, si tu corazón es pequeño. Y como nos recuerda hoy nuestro querido amigo Pepe Núñez, desde siempre se ha destacado el gran corazón de Don Bosco, el Padre y Maestro de la Juventud y es que lo ha dejado patente y claro, a lo largo y ancho de su dilatada vida, y es que Dios, le dio ese don de tener una gran capacidad de amar a los jóvenes y ya desde niño, Juan Bosco, a pesar de ser pobre se preocupa de pedir, para ayudar a otros niños a estudiar, cuanta generosidad hay que tener para hacer eso. Don Bosco lleno de contradicciones al principio de su gran obra, sin local fijo, sin recursos económicos, sin la adhesión de nadie, el patio de un hospital, un campo raso, un prado, hasta un cementerio son el lugar de sus reuniones. Pero de todas partes se le arroja.¡Sus muchachos estorban en todas partes!... La alegría de aquella juventud y el celo de las almas alientan al buen sacerdote, a seguir trabajando. Dios mira por él, haciendo morir en el plazo de una semana - cumpliéndose así la profecía de Don Bosco- los últimos que más han entorpecido su labor: el capellán del cementerio y su sirviente Providencialmente por fin halla una pobre casa, Valdocco, célula madre de la maravilla de Turín: el Oratorio de San Francisco de Sales, inmenso edificio que llega albergar a miles de de seres, y la magnifica Basílica de María Auxiliadora. Lo que es consoladora y admirable realidad, se lo había mostrado en un sueño misterioso la Santísima Virgen, sostén y auxilio de su trabajo Fue apóstol de la buena prensa, mientras catequiza a niños y jóvenes su amenísima palabra, propaga celosamente la buena prensa, fundando las Lecturas Católicas que han dado a luz, millones y millones opúsculos doctrinales y apologéticos; escribe cerca de cien obritas, muchas veces reimpresas, y proyecta grandes imprentas para la mayor difusión de libros sanos. Lo que le va a acarrear: graves persecuciones y hasta atentados contra su vida En estos puntos suspensivos ¿Qué os parece si pasamos a otra, nueva entrega de:
PALABRAL AL OÍDO NÚMERO 32 SEMANA 4/2008
DON BOSCO, EL EVANGELIO DE LOS JÓVENES
Mis queridos amigos:
La antigua liturgia de la fiesta de Don Bosco se expresaba así al referirse al Padre y Maestro de la juventud: Dios le dio a Don Bosco un corazón tan grande como las arenas de las playas de los mares.
Pocas frases logran expresar con tanta nitidez y tanta contundencia el don de Dios a la Iglesia, a la Familia Salesiana y a los jóvenes: ¡Un corazón tan grande como las arenas de las playas! Corazón de Padre, corazón generoso y entregado, corazón libre y apasionado, corazón magnánimo y misericordioso, corazón de Buen Pastor.
Don Bosco es, sin duda, una buena noticia de parte de Dios para los jóvenes. Cuando sólo tenía nueve años la Providencia le marcó la senda por donde caminar: No con golpes, con amor. Y su mirada se hizo bondad; su corazón latió con la fuerza de la caridad; sus manos abiertas fueron solidaridad creativa para transformar la pobreza en un futuro de esperanza.
En el principio fue, claro, la madre. Margarita: una mujer entera y cabal, tierna y fuerte, madre y padre a la vez. Supo contagiar a sus hijos del sentido de Dios que inunda la vida y genera confianza; les enseñó el sentido del trabajo y la solidaridad con los más necesitados. Fue la mejor escuela de santidad de la que aprendió Don Bosco. Margarita Occhiena fue, sin duda, el pecho en el que se acunó la propia Congregación Salesiana.
Y la Maestra... siempre la Maestra que le ayudó a ser fuerte y humilde. Siempre la Madre de la Consolación que lo sostuvo con su auxilio en cada tramo del camino. Siempre la Madre buena que cubrió con su manto a los pequeños de su hijo predilecto, aquel que la soñó como columna fuerte y compañera de camino en el emparrado de rosas.
Si, Juan Bosco fue presencia entrañable de Dios que paseaba por los arrabales de Turín, por las cárceles, por el despoblado de la historia donde vagaban aquellos que no han sido invitados al banquete. Se hizo para ellos: presencia encarnada, palabra de Dios, esperanza inquebrantable. ¡Dios te quiere! ¿No lo notas? Y abrió para ellos el mar hacia una nueva tierra mil veces prometida y siempre preñada de futuro.
Don Bosco se hizo pan partido para sus queridos jóvenes: aunque no tuviera más que un pedazo de pan... lo partiría a medias contigo. Y sus jóvenes sabían que era cierto.
Don Bosco se hizo vino de fiesta para todos: ¡estad alegres! ¡Os lo repito: estad alegres! Y Domingo, Miguel, Juan, Francisco y tantos otros aprendieron que en la casa de Don Bosco hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres.
No hay mayor amor que dar la vida... ¡Qué bien lo entendió Don Bosco! Hasta su último suspiro fue para sus muchachos. Murió cansado, con las piernas hinchadas, casi ciego como una sotana vieja... Ya se lo profetizó su amigo, el teólogo Borel, cuando Juan volvió a Turín después de recuperarse en I Becchi de la enfermedad que casi lo lleva a la tumba: ¡Lleva usted una sotana demasiado ligera! - le dijo - Se colgarán de ella muchos jóvenes! Así fue. Y aunque gastado, quedó siempre intacto el corazón.
Hubo un hombre enviado por Dios cuyo nombre era Juan Bosco: una buena noticia para los jóvenes. Auténtico evangelio que sigue resonando aquí y ahora para que, en nombre del único Señor, todos especialmente los pobres y abandonados - tengan vida y la tengan en abundancia.
Buena semana. Buen mes de Don Bosco.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez.