La aparición de alternativas de ocio hace que disminuya el número y la calidad de las relaciones sexuales. Gorka Barrenetxea, director médico de la Unidad de Reproducción Asistida de la Clínica Quirón, promueve en las empresas la conciliación sexual con el trabajo como un derecho equiparable a la conciliación familiar.
Más allá de las cuestiones tradicionales como el retraso de la edad en la que comienza a buscarse la maternidad o la disminución de la calidad seminal, Gorka Barrenetxea, director médico de la Unidad de Reproducción Asistida de la Clínica Quirón, entiende que el incremento del número de ciclos de reproducción asistida anuales obedece, a su vez, a la influencia de hechos nada desdeñable como la escasa frecuencia de las relaciones sexuales.
El ejemplo de relaciones humanas de los amies de Dakota del Sur (EE.UU.) - viven en un medio rural, no utilizan medios anticonceptivos, se casan a los 17 años, son monógamos y no tienen un modus vivendi urbano- expresa, de manera gráfica la situación actual. A partir de los años 65- 70 la media de hijos por familia bajó de 12 a manteniendo el mismo estilo de vida con una única salvedad: se introdujo en su vida la luz eléctrica y, con ella, la televisión.
A juicio de Gorka Barrenetxea, esta realidad, expresa cómo la persona busca otra serie de distracciones más allá de las relaciones sexuales. Es un paradigma de lo que ha sucedido también en nuestra sociedad: no se tienen las relaciones sexuales necesarias. Existen parejas de mediana edad, incluso jóvenes, que han llegado a la consulta con deseo gestacional y que presentaban problemas de disfunción sexual tales como impotencia o vaginismo y cuando se les ha planteado la posibilidad de tratar la disfunción para lograr una reproducción natural y no tener que recurrir a los métodos de reproducción asistida, todas las parejas han preferido tener un embarazo a tener relaciones sexuales.
En opinión del especialista, la escasa frecuencia de las relaciones sexuales es una de las causas más comunes a la hora de revisar el origen de las dificultades de gestación. El hecho de que muchas parejas sepan con exactitud cuándo se han quedado embarazadas es negativo, un síntoma de que las relaciones no han tenido la secuencia adecuada. Sería conveniente retirar la televisión de la alcoba.
Así como se ha promovido la conciliación de la vida familiar con la vida laboral, Gorka Barrenetxea entiende que ha llegado la hora de que se produzca la conciliación entre la vida laboral y la vida sexual. Es una reflexión que corresponde al ámbito político e incluso filosófico, pero que ha de hacerse cuanto antes. Muchas parejas comienzan a preguntar cuáles son los días fértiles y la respuesta es siempre la misma: todos. Evidentemente no lo son todos, pero si empiezas a marcar en el calendario los días exactos comienzan los problemas derivados de la presión autoimpuesta. Eso no es bueno y en no pocas ocasiones deriva en lo que comúnmente se conoce como ´gatillazo`.
Existen cuestiones puntuales que afectan a esta baja frecuencia sexual. El exceso de trabajo y las ofertas de ocio alternativas distraen a la pareja. Entre una película y un polvo yo creo que no hay dudas, pero la realidad es que sí se plantean. Así como intentamos transmitir al ginecólogo cuáles son las indicaciones para derivar a una pareja a una unidad de reproducción asistida, haciéndoles ver la necesidad de no hacer pruebas innecesarias y no perder el tiempo con una pareja cuando éste considera que ya ha transcurrido un periodo de tiempo suficiente, también es necesario informar a la pareja que han de ser persistentes antes de recurrir a un centro de reproducción.
El exceso de programación de la maternidad provoca, al parecer del experto, casos sangrantes. Hay mujeres que llegan a quedarse embarazadas con 40 años y en su historial clínico consta que han interrumpido tres veces el embarazo de forma voluntaria, incluso con la misma pareja con la que ahora desean tener un hijo. A los 32 y a los 34 no se quiere tener el hijo que se desea a los 40. Quizás detrás de esa cuestión subyace el hecho de las tasas de éxito de las unidades de reproducción asistida