"No hay todavía estudios epidemiológicos relevantes que den una imagen fidedigna del alcance del síndrome de congestión pélvica entre las mujeres, pero lo que sí sabemos a través de nuestro trabajo diario es que es una patología que va creciendo de manera constante y que se da fundamentalmente en mujeres jóvenes, antes de la menopausia, y que han tenido varios embarazos de repetición". Este ha sido el panorama presentado por Santiago Zubicoa, responsable de la unidad de Radiología Vascular Intervencionista del Hospital Ruber Internacional de Madrid con motivo de su intervención en el XXIX congreso nacional de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM).
En concreto, el experto pronuncia una conferencia titulada "Tratamiento de la insuficiencia venosa pélvica" en la que repasa la situación actual de estos problemas desde el punto de vista de la radiología intervencionista.
Tal y como pone de manifiesto, el síndrome de congestión pelviana tiene relación con los embarazos de repetición, tras los cuales, se producen en algunos casos "una dilatación de las venas gonadales, se destruyen sus válvulas e invierten su flujo, provocando varices pélvicas en el entorno uterino".
Entre las consecuencias de este síndrome se encuentran "la dispareunia (dolor al mantener relaciones sexuales), la disuria (micción dolorosa e incompleta) y pesadez y dolor en la zona pélvica y en los miembros inferiores.
Son precisamente estos síntomas, unidos al hecho de que todavía hoy no se piensa en este síndrome como causa posible, los motivos principales "por los que es una patología que se diagnostica poco". Esta situación provoca que haya "un número indeterminado de mujeres que están mal atendidas, que viven con dolor sin un diagnóstico definitivo y que ven muy mermada su calidad de vida".
Tratamiento
Sin embargo, tras una correcta diagnosis por parte del especialista, existe ya un tratamiento eficaz para contrarrestar este problema. "Se trata de un tratamiento radiológico endovascular de embolización de la variz pélvica y de las venas gonadales". En concreto, a la paciente se le introduce por vena, a través de la flexura del codo, un catéter de unos 125 cm de longitud "que llega perfectamente a los pedículos de la pelvis y a las gónadas". Así, "se pueden ocluir dichos pedículos a través de unos coils (dispositivos en forma de pequeñas espirales) para embolizar las venas precisas".
Otros síndromes compresivos
Además del síndrome de congestión pelviana, Santiago Zubicoa se refiere a la existencia "de otros síndromes compresivos, bien de origen congénito o bien de origen adquirido, que provocan igualmente cambios en las venas gonadales". En estos casos, apunta a que el tratamiento "es lo contrario de la embolización, ya que se recurre a la inserción de stents, para poder abrir las venas colaterales".
Zubicoa recuerda que también es posible la existencia de "fugas o reflujos a los miembros inferiores y a la región genital", así como "varices recidivantes que tras ser operadas vuelven a manifestar síntomas a causa de la existencia de un flujo en la pelvis". Frente a éste, afirma, "es necesario acudir a una embolización para poderlo controlar".