Los datos epidemiológicos muestran que la Enfermedad de Alzheimer representa un 60% del total de las demencias diagnosticadas en nuestra unidad de memoria. Las cifras oscilan entre un 5- 10% de la población mayor de 65 años. Estamos cercanos al 20% de personas mayores de 65 años debido al envejecimiento de la población en nuestro medio por lo que el numero de afectados sigue creciendo, según datos aportados por la Sociedad Andaluza de Neurología con motivo del Día Mundial del Alzheimer, el próximo 21 de septiembre.
Se estima que en España el número absoluto está entre 800.000 y un millón y en Andalucía existen más de 70.000 afectos. De estos enfermos el 90% viven con sus familias y el 40% están en situación de gran dependencia.
Para los neurólogos andaluces, a nivel social se está haciendo un gran esfuerzo a través del Plan Andaluz de Alzheimer, elaborado por la Consejería de Salud y consensuado por la Federación Andaluza de Familiares de enfermos de Alzheimer, para permitir a las asociaciones contar con las herramientas necesarias para la prestaciones de servicios y para que mantengan una dinámica de conocimientos entre asociaciones, familiares y profesionales. Por otro lado, la puesta en marcha de la Ley de dependencia y del proceso de demencia a nivel intrahospitalario está dinamizando y agilizando la atención al paciente demente en su triple vertiente médica, social y familiar. Pese a todo esto, desde la Sociedad Andaluza de Neurología se lamentan de que desgraciadamente, aún queda mucho por hacer.
La Enfermedad de Alzheimer ha pasado de ser una curiosidad médica a convertirse en la principal causa de demencia y uno de los mayores problemas sociosanitarios a los que se enfrenta el Servicio Andaluz de Salud, ya que sólo en Andalucía se estima que existan 60.000 pacientes con Alzheimer, de los 100.000 censados con demencia, según datos aportados por la Sociedad Andaluza de Neurología.
El Alzheimer produce una pérdida de memoria y de otras capacidades intelectivas en la persona que lo padece, lo que se traduce en un deterioro progresivo de su capacidad funcional y una dependencia creciente del enfermo respecto a sus cuidadores. De hecho, el 90 por ciento de los pacientes, es decir, 67.500, viven con sus familias.
Considerada hasta hace pocos años como una condición progresiva propia de la vejez para la cual no existía tratamiento alguno. En los últimos años se han producido importantes avances en el conocimiento de los mecanismos que la producen, lo que permite asegurar que se trata de una enfermedad con unos mecanismos específicos que la separan claramente del envejecimiento normal.
A nivel científico se conoce cada ver mejor la fisiopatología y la historia natural de la enfermedad, así como el diagnóstico diferencial apoyados por técnicas de neuroimagen y estudios analíticos. Actualmente el diagnóstico sigue siendo clínico, una correcta entrevista con el paciente y sus familiares no puede ser sustituida por ningún otro método a la hora de realizar un correcto diagnóstico.
Los fármacos siguen teniendo una efectividad limitada, con mejorías evidentes en sus vertientes cognitiva, conductual y funcional, pero en la actualidad se están ensayando fármacos que actúan contra la fisiopatología de la enfermedad para pararla en contra de los fármacos sintomáticos actuales.