Nuestro entrañable y buen amigo José Miguel Núñez Moreno, Sdb, incansable viajero como siempre y en su nuevo y cotidiano trabajo, ahora recurriéndose Europa Oeste, ha hecho una pequeña parada y esta semana nos dice que, Don Bosco no se equivocó. Y es que pensándolo bien, una persona que se embarcaba en tantas cosas por el bien de aquellos muchachos, muchos sacados de unos ambientes viciados, era muy posible que no le salieran las cosas bien.
Pero Don Bosco, daba ejemplo y ponía siempre el corazón en todo lo que emprendía y se lo encomendaba a la Stma. Virgen Auxiliadora y Ella que lo puede todo, le protegía y le ayudaba y fue haciéndose de un maravilloso equipo. Indudablemente tuvo que luchar mucho y así, iba viendo la luz en un horizonte esperanzador para los jóvenes que con su pastoral y sistema educativo y preventivo, iban progresando en todo.
Recordemos que Don Bosco, se interesaba de una forma especial por las almas de las personas y siempre supo encontrar la manera de salir de los obstáculos y problemas que se encontró en su camino.
En esta nueva entrega de Palabras al oído, veremos que Don Bosco no se equivocó. Jamás tiró la toalla, ante los problemas y siempre supo ilusionar a las personas que le ayudaron
Palabras al oído Año III Número 43 Semana 40/2008
Don Bosco no se equivocó
Mis queridos amigos:
Al mismo tiempo que el Oratorio de Valdocco se desarrollaba con la ampliación de nuevos talleres y la construcción de nuevos edificios, Don Bosco se empleaba a fondo para cuidar el ambiente positivo y pastoral de la casa. A finales de los años cincuenta, comenzó a dar vida a diferentes asociaciones juveniles que fueron pensadas como auténticos movimientos educativo- pastorales destinados a hacer madurar la fe de sus muchachos y a proyectar un ambiente de piedad y de apostolado en todos los niños y jóvenes de la casa.
Don Bosco logró, progresivamente, un importante núcleo de fervor entre sus muchachos que se expresaba, además, en un compromiso de coherencia personal en sus estudios y obligaciones así como en el servicio solidario a los propios compañeros, especialmente a los que más lo necesitaban.
Así, las compañías se convirtieron en un instrumento pedagógico, según la concepción de la época y adaptado a las posibilidades de los jóvenes, que ayudó a Don Bosco en el desarrollo de su misión y educó a sus muchachos en la fe y en la caridad.
Tras la aprobación del dogma de la Inmaculada Concepción en diciembre de 1854, surge en el Oratorio la Compañía de la Imaculada. Impulsada por Domingo Savio y acompañada por Don Bosco, como podemos leer en sus estatutos, la compañía fue fundada para honorar a María con el compromiso de cumplir cuidadosamente los deberes de cada día y cuidar a los compañeros estimulándolos al bien con palabras y sobre todo con el ejemplo.
Don Bosco había intuido bien dónde estaban las prioridades pastorales para sus muchachos y los resultados le dieron la razón. Es emocionante leer el acta de la reunión de la constitución de la compañía de la Inmaculada del 9 de junio de 1856 que enumera los nombres de los miembros fundadores:
Nosotros, Rocchietti Guiseppe, Marcellino Luigi, Bonetti Gioanni, Vaschetti Francesco, Durando Celestino, Momo Giuseppe, Savio Domenico, Bongioanni Giuseppe, Rua Michele, Cagliero Gioanni .
¿Os dais cuenta? Si exceptuamos a Domingo Savio que murió al año siguiente y al tal Giuseppe Momo, todos los demás miembros fundadores de la compañía fueron salesianos. Bien podemos decir que constituyeron el germen de la futura Sociedad de San Francisco de Sales. De entre ellos, salesianos de una talla enorme, fieles colaboradores de Don Bosco hasta el final y un joven santo como fruto más precioso de aquellos años prodigiosos de Valdocco.
No, Don Bosco no se equivocó. Supo bien poner la mirada en lo esencial: un ambiente pastoral positivo, fruto de la confianza y el espíritu de familia; una experiencia religiosa que transforma y madura a las personas; una cultura vocacional cuidada especialmente a través de los movimientos apostólicos; un acompañamiento, en fin, que permite personalizar la experiencia y orientar el camino hasta situar al chico en la posibilidad de una opción vocacional madura y libre.
Volver a Don Bosco supone redescubrir sus grandes intuiciones educativo- pastorales. Ojalá podamos iluminar nuestra compleja realidad con la misma pasión y creatividad que nuestro padre supo poner en aquellos años, también difíciles, de los inicios oratorianos en Valdocco.
Buena semana.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez