Hay en el catalogo oficial de los santos, beatos, venerables y siervos de Dios, innumerables personas que vivieron una vida sencilla, plena de humildad, de obstáculos, de problemas, de crisis como tu y como yo, pero deberíamos al analizar sus vidas y comprobar las grandes virtudes que se les reconocen, y hacernos esta pregunta ¿Si él, ¿Por qué yo no?... Todos tenemos a lo largo y ancho de nuestras vidas ¿Por qué no?, muchas oportunidades de poder ser buenas personas y honrados ciudadanos y de poder vivir, si nos lo proponemos seguro que lo lograremos, con un cierto grado de santidad Lo que ocurre es que muchas veces tiramos por el camino más corto y no nos paramos en analizar si nuestra acción es buena o es mala y obramos con un cierto egoísmo y nos contentamos con nuestro éxito personal y fácil, sin pararnos en ver si nuestra actitud produce algún tipo de lesión a los demás. Otras veces nuestra vanidad puede más que, nuestra buena voluntad. Y es a veces más sencillo obrar bien y generosamente que actuar mal. Nos traicionan nuestra soberbia y orgullo, nuestras faltas continúas de generosidad y amor a nuestro prójimo. Y la verdad es que, si analizamos en profundidad nuestra forma de vivir, no cuesta tanto el procurar cada día, el propósito firme de enmendar nuestra forma de ser y hacer las cosas cotidianas sencillamente mejor y pensando un poco más en los demás y tratando de ayudar con amor verdadero a quienes nos rodean. Que los obstáculos y malos momentos que a todos nos tocan vivir, lo asumamos, como una cosa más que nos corresponde. El dolor y la enfermedad, nos deben de ayudar a ser mejores cada día Pensemos siempre en la generosidad y la bondad de Jesucristo que, se hizo hombre y murió en una cruz y lo hizo aceptando la voluntad de Dios Padre y por amor, resucitó para vivir la vida eterna, redimiéndonos de nuestros pecados y faltas. Y acordémonos también de todos los santos, mártires, beatos, venerables, siervos de Dios Y que sus vidas y su generosidad nos sirvan de estímulo, para tratar de vivir en santidad y de forma sencilla. Tengamos muy presente que, aquí estamos de paso. Hagamos el bien y no el mal. Si así lo hacemos podemos también ¿Por qué no? Ser santos Y ahora prestemos mucha atención a esta nueva propuesta de nuestro entrañable y buen amigo José Miguel Núñez Moreno:
Palabras al oído Año III Núm. 46 Semana 43/2008
"Si él, ¿por qué yo no?
Mis queridos amigos:
Un día de octubre de 1854 un adolescente de doce años entraba a formar parte de la familia de Don Bosco en Valdocco. Domingo Savio vivió una rica e intensa experiencia en el Oratorio que, si bien no duró más que dos años y medio, dejó sorprendidos a todos porque dejó en el recuerdo colectivo la transparencia de un corazón auténtico, la mirada limpia de un muchacho apasionado por la vida y la recia espiritualidad de quien se había propuesto firmemente seguir a Jesucristo con radicalidad.
Don Bosco debió quedar profundamente impresionado de aquel chico de aspecto frágil pero de alma grande que demostró ser un gigante de la santidad. Junto a él, un pobre cura, Domingo recorrió rápidamente los senderos de una vida espiritual y apostólica de gran calado que no dejó indiferente a ninguno de sus compañeros.
Convencido de la gran estatura evangélica de Savio Domenico, Don Bosco se propuso escribir su biografía enseguida y comenzó a recoger datos. Así, en enero de 1859, casi dos años después de su muerte Don Bosco publicó en las Lecturas Católicas la Vida del joven Domingo Savio, alumno del Oratorio de San Francisco de Sales.
Don Bosco escribió estas páginas con mucho mimo y con el deseo de ofrecer a todos un modelo de virtudes que estimulaba a una santidad sencilla y simpática, al alcance de muchos. Para su redacción, había interrogado a los sacerdotes que lo habían conocido antes de su entrada en el Oratorio y a sus propios compañeros.
Don G. Cugliero maestro en Mondonio, pocos días después de la muerte de Domingo escribió a Don Bosco afirmando que en veinte años de oficio, no había conocido nunca un alumno tan razonable, diligente, asiduo, estudioso, afable y agradable como Savio Domenico.
Sus compañeros no dudaron en decir de él que era un excelente compañero, un íntimo amigo o alguien con un corazón puro y santo. La impresión dejada por Domingo fue tal que sus amigos expresaron en la biografía escrita por Don Bosco su admiración, su convicción de que Domingo estaba en el cielo y que, incluso, se encomendaban a él recibiendo gracias que le eran atribuidas sin dudarlo.
Don Bosco no vaciló tampoco en su deseo de llevar adelante la causa de canonización de Domingo. Pero en la publicación de su biografía había también una intención muy clara que tenía como destinatarios a sus muchachos. En la introducción el ofrecía un modelo de vida para todos:
Mis queridos jóvenes ( ) aprovechad de lo que voy a contaros; y decid como San Agustín: Si él, ¿por qué yo no?Si uno de mis compañeros ha encontrado el tiempo y los medios para lograr ser un auténtico discípulo de Cristo ¿Por qué no podría hacer yo lo mismo?.
Don Bosco miraba lejos y sabía que proponía un camino de largo alcance pero a portada de mano de sus muchachos. Domingo fue una buena tela y, Don Bosco en su maestría y santidad, logró con la ayuda del Espíritu, una autentica obra de arte. Pero estoy seguro de que en el Oratorio, junto a él, muchos otros jóvenes vivieron un proyecto parecido de entrega y hondura espiritual.
Para nosotros, educadores, no puede ser sólo una referencia épica. Por el contrario, el recuerdo de cuanto aconteció en nuestros orígenes es un acicate para actualizar aquí y ahora una propuesta de espiritualidad y un camino de acompañamiento para los jóvenes de este tiempo. Es también una llamada a la santidad que compromete nuestra propia vivencia evangélica. Creo firmemente que es posible ayudar a nuestros chavales a hacer de Jesucristo el centro de sus vidas. Domingo vivió la santidad junto un santo y en ese ambiente y de esa cuna nació la Congregación y la entera Familia salesiana. Salvadas todas las distancias, si nuestra pastoral juvenil, activada por la caridad pastoral ardiente y contagiosa que caracterizó a Don Bosco, no tiende a que muchos vivan como Domingo quizás es que estemos equivocando la estrategia.
Buena semana.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez, SdB.
Y ahora amigos os invitamos a ver un video maravilloso, donde vais a ver, como Don Bosco a sus muchachos en el Oratorio de Valdocco de explica como se puede ser santo.
Entra en este vinculo y a disfrutar con la vida de Santo Domingo Savio.
http://www.youtube.com/watch?v=BA BOZRG9z4