Que mejor momento que, el comienzo de este tiempo del ADVIENTO, ESPERANZA y CONVERSIÓN para lanzar a los cinco continentes, para tratar de impregnar al mundo entero a través de la red de redes, Internet bien utilizado, con una nueva entrega semanal de Palabras al oído que, pretenden siempre sobre todo aportar un mensaje en positivo hacia la esperanza, precisamente en estos momentos difíciles, pero en los que, se hacen más necesarios cada vez, el reafirmarse de forma contundente y clara que, Jesús es: la Esperanza, el Camino, la Verdad, la Vida, la Luz en una sola palabra lo es TODO.
Si verdaderamente somos cristianos y católicos, debemos y tenemos que, manifestarnos sin tapujos: esperando y acogiendo al Que viene de camino. En este mes de diciembre estamos preparándonos para, recordar algo tan importante que sucedió en el año I de la Cristiandad y que celebraremos como algo presente y actualizado místicamente, acogiendo en nuestros corazones y poniéndonos al servicio y disposición, diciéndole a Jesucristo que nace: Ven Señor no tardes, aquí estoy Señor quiero hacer Tu santa voluntad Y debemos por supuesto ir preparándonos para recibir al Mesías, en nuestros corazones
Y hoy desde este portal, amigo visitante o lector, en Palabras al oído, precisamente hoy 5 de diciembre es la fiesta litúrgica de uno de aquellos jóvenes ejemplares que llamó Jesús, a través de Don Bosco, y dejó su trabajo de agricultor y llegó a convertirse en el tercer sucesor de Don Bosco y tras una vida ejemplar al servicio de los jóvenes más necesitados la Iglesia lo declaró Beato en 1990, nos referimos al Beato Felipe Ridaldi, a quien le queremos rendir un sencillo, pero sincero homenaje de amor y gratitud, con unas fotos que seguro, van a ser de vuestro agrado. Les dejamos con una nueva entrega de estas maravillosas
Palabras al oído Año III- Núm.51 SEMANA 49/2008
Solo le faltaba la voz
Mis queridos amigos:
En 1929, Don Juan Bautista Francesia, salesiano poeta, escritor y conocedor como nadie de los orígenes de la Congregación, escribió:
A Don Rinaldi sólo le falta la voz de Don Bosco, todo el resto lo tiene.
¿Quién era aquel que merecía tal elogio de uno de los muchachos que mejor conoció a Don Bosco y fue protagonista en primera línea de los comienzos de nuestra familia?
Tenemos que remontarnos mucho tiempo atrás. En 1866, un pequeño estudiante de la casa salesiana de Mirabello se encontraba por primera vez con Don Bosco. El santo sacerdote, de visita en la casa, tuvo la ocasión de encontrarse con los jóvenes y dirigirles una buena palabra. Aquel encuentro quedó profundamente marcado en el corazón y en la mente de Felipe, que así se llamaba nuestro protagonista:
Recuerdo como si fuera ayer escribió Felipe muchos años más tarde, casi al final de su vida - , la primera vez que me encontré con Don Bosco siendo tan solo un niño. Tenía poco más de diez años. El buen padre estaba en el comedor después del almuerzo, todavía sentado en la mesa. Con gran cariño se preocupó por mis cosas, me habló al oído y después de haberme preguntado si quería ser su amigo añadió, casi para solicitar una prueba de correspondencia, que al día siguiente fuese a confesarme con él.
Felipe Rinaldi narraba este episodio en el tramonto de su vida, como quien lee lo acontecido hace mucho tiempo pero con la vivacidad de los acontecimientos que jamás se borran y permanecen siempre en la memoria. Aquel hablarle al oído cuando solo tenía diez años y el haberle abierto su corazón a Don Bosco fueron, escribe Don Rinaldi, como las luces de la mañana que brillan con viva claridad ahora que la vida llega a su fin.
Fue el encuentro entre dos santos y uno, Don Bosco, había leído la vida del otro. El pequeño Felipe tenía algo especial. Aunque no se hizo la luz enseguida en su proyecto vital, Don Rinaldi se hizo salesiano y más tarde, después de afrontar numerosas responsabilidades (director, inspector de España y de Portugal, Prefecto General), fue elegido Rector Mayor, sucesor de Don Bosco al frente de la Congregación Salesiana.
Sencillo y cordial, dicen de él que ha sido el salesiano que mejor ha encarnado a Don Bosco. Viva imagen de nuestro padre, expresó como nadie su bondad. Como a Don Bosco, a Don Rinaldi Dios le dio un corazón tan grande, tan grande, como las arenas de las playas de los mares. Fue su fiel reflejo y con creatividad supo ponerle rostro a la amorevolezza salesiana.
El tercer sucesor de Don Bosco, respiró el aire de aquellos primeros pasos de la Congregación y bebió de las fuentes más puras del carisma salesiano. Se entusiasmó con Don Bosco y descubrió en él la fuerza arrolladora de la santidad hasta el punto de recorrer el mismo camino de rosas y espinas por un emparrado hermoso y difícil que exigió de él una entrega sin límites.
Santo en una familia de santos, la Iglesia lo declaró Beato en 1990 y su fiesta es celebrada el cinco de diciembre. Demos gracias a Dios por habernos regalado salesianos de la talla de Don Felipe Rinaldi y sintámonos también nosotros - herederos de una santidad ordinaria que hace extraordinarias las cosas sencillas de cada día vividas con los ojos y el corazón de Dios.
Buena semana. Vuestro amigo,
José Miguel Núñez, SdB.