A igual que en todas partes de la Piel de Toro o Iberia, como se le llama en el argot multinacional a España, en ese rincón maravilloso de Ayamonte, continúan en la Cuaresma, los cultos, actos y pregones lógicos y la puesta en marcha de mil y un preparativos que, hacen que cada año la Semana Santa, se pueda disfrutar a tope, viendo el discurrir de cada cofradía a cual más hermosa. Hoy nos marca nuestro sin par cofrade y gran amigo Rafael Pérez Castillo, el Camino a seguir. Prestémosle la debida atención, porque sin duda alguna vamos a conocer muchas cosas nuevas y detalles que, para el que no haya tenido la suerte de vivir la Semana Santa Ayamontina, tendrá ahora todo lujo de detalles y nos adentraremos en una maravillosa ruta cofrade. Ya que a parte de preparar nuestros corazones para vivir, la eminente Pascua que nos anuncian ya algunos azhares y claveles tempraneros que se unen a la fragancia, olores, sabores, sonidos, colores que nos anuncian de la proximidad de la tan esperada Semana Santa.
ESTE ES EL CAMINO: Escribe Rafael Pérez Castillo.
El Domingo de Señas queda lejos. Ayamonte empieza a vestirse de acólito, de nazareno (aquí se llama penitente y es más bonito) de costalero, cierto es que se reviste para Cristo y con Cristo. Todas las Parroquias, Iglesias y Capillas están impregnadas de los olores naturales de la Semana Santa. El incienso, en espirales de ascensión, se adhiere a los artesonados, se adosa a los pilares, y se prende a la ropa confiriendo a todo la credencial que los cultos ofrecen. La cera, deslizándose líquidamente por el hachón o el cirio, ha dado su luz insustituible, la luz natural, la que necesitan los actos de Dios para que la oración humana lleve mejor el mensaje de agradecimiento, mensaje de petición, de alabanza. La primera puerta en abrirse es la de la Capilla del Socorro. Descrito ha quedado el Domingo de Señas que, afectando a toda la ciudad, tiene su expresión en el viejo barrio de La Villa. Esta es la parte más antigua y más alta del pueblo; desde su cúspide de cal, una cascada de casas se desgrana en perfecto racimo hasta caer al río, seguir por su ribera, y con él, desembocar en la isla de Canela, en la que el barrio marinero de Punta del Moral, establece con el mar el pacto eterno de subsistencia. De cabeza a pies, todo Ayamonte es cofrade. Conferencias, charlas, triduos, exposiciones, concursos, variados foros de participación y numerosas celebraciones de culto, cimientan el organigrama expresivo que brota en las Hermandades, de forma aislada, o que es consecuencia organizativa del órgano supremo de control y desarrollo de toda la Semana Santa: LA AGRUPACIÓN DE COFRADÍAS Y HERMANDADES, en la que están presentes, desde el año de su fundación 1941 - todas las Hermandades y Cofradías de penitencia.
Siguiendo la Cruz de guía que nos conduce, y según nos va acercando al Domingo de Ramos, la densidad de los actos es tal, que hace imposible el asistir a todos, por lo que, en algún momento se tiene que decidir sobre un mapa totalmente cargado, de una forma selectiva, mientras que las casas empiezan a notar un aire de fresca celebración que se respira en las túnicas que se mueven, en las promesas que se preparan, en los alimentos que se cocinan Los platos típicos que se sitúan en esta zona del almanaque, basados en el pescado como producto natural de nuestro mar, en las hortalizas de nuestros campos y en la repostería, juegan un papel especial y tienen un atractivo propio que identifican la Semana Santa ya sea por tradición o mera costumbre, o por razón de mandato eclesial - también con la forma y costumbres en el comer. La exquisitez de la raya en pimentón; las habas enzapatá, que con el grano hecho, han estado esperando los primeros brotes del poleo; el aliño de atún salado; la tortillita de gambas o cigalas; todo parece engalanar las mesas con un aire festivo al que pone la guinda el mejor y más elaborado postre de postín: la coca, reina de todos los dulces, con el sabor confundido entre cidra y huevo, entre pan y almendra; pero, sobre todo, amasado con el cariño de Ayamonte. Ya está tendida la alfombra roja cuando amanece el Domingo de Ramos. Un aire desde el olivar con el aroma de recién cortado, se peina en las palmeras blancas que sostendrán las manos más puras y sinceras de Ayamonte: las manos de los niños, nuestros hijos que ya están en el tema y que se afanan en demostrar a los mayores que se puede confiar en ellos para el relevo. Misa y bendición de ramos en las Parroquias, palmeras húmedas de agua bendita que quedarán, todo el año, diagonalmente atadas a los balcones como las testigos fiadoras del gran triunfo de Cristo. La humildad de un burrillo y la grandeza de Dios proporcionan una lectura de verdad y compromiso, por las calles de Ayamonte, en la mañana de este domingo.
Para los posibles visitantes y para los ávidos de historia, la primera página de nuestra Semana Santa la escribe una Hermandad muy singular, una hermandad hasta hace poco infantil, que ha sido considerada como cantera de cofrades y punto de partida de la persona de Semana Santa: Hermandad de Jesús triunfante en su entrada en Jerusalén, Cristo del Amor y Nuestra Señora de la Salud; pero que aquí tiene un nombre único, corto y cristianamente agresivo desde la fe cofrade: LA MULITA.
En Ayamonte, en la luminosa mañana de Domingo de Ramos, no pregunten por otra cosa.
Rafael Pérez Castillo(040309)
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Pues ya lo saben aquellas personas que les gusta conocer las Semanas Santas de otras ciudades y que no tengan, aun decidido a donde acudir este año, pueden viajar a la bella ciudad de Ayamonte (Huelva) y seguro que saborearan una Semana Santa con encanto. .