Una situación traumática puede hacer que los cimientos de la personalidad de un individuo se tambaleen. Muchos son los motivos que pueden desbordar las capacidades psicológicas de abordamiento del ser humano desembocando en una crisis emocional. Situaciones traumáticas aisladas e intensas (fallecimientos de seres queridos, accidentes, pérdidas de trabajo bruscas, enfermedades graves), situaciones mantenidas (mobbing, maltrato de género, estrés laboral), y situaciones vitales (casamientos, graduaciones, y síndrome del nido vacío, entre otros hechos) son los principales desencadenantes de las crisis emocionales, una patología propia de la sociedad urbana posmoderna del siglo XXI, indica el doctor Claudio Maruottolo, psiquiatra y jefe clínico extra hospitalario de AMSA (Avances Médicos S.A).
Hace unos años este tipo de crisis se intentaban solucionar con el uso exclusivo de medicamento, actualmente existen alternativas, formas de intervención psicoterapéuticas intensivas y de corta duración, señala Maruottolo. En este sentido, AMSA es el único centro de España que cuenta con Unidad de Día de intervención en crisis. Fue José Guimón, catedrático de Psiquiatría y presidente de AMSA, quien hace cuatro años importó de Ginebra este innovador programa de intervención en crisis en Unidades de Día, que se emplea con éxito en otros países como Estados Unidos, Francia y Suiza.
Las Unidades de Día de AMSA desarrollan un programa intensivo de cuatro horas diarias de lunes a viernes, con una duración de seis a ocho semanas. Una de las principales novedades de estos tratamientos es el hecho de que los pacientes no duermen en el centro, tienen un régimen ambulatorio, que permite al paciente continuar en su domicilio desarrollando tareas habituales.
Las personas más propensas a sufrir este tipo de crisis suelen ser aquellas con trastornos de personalidad, aunque cualquier persona que se vea afectada por un acontecimiento dramático en su vida puede desencadenar una crisis emocional. Los síntomas suelen ser de dos tipos, psiquiátricos y psicológicos, predominando en los primeros síntomas afectivos como depresión ansiedad, irritabilidad, y quejas somáticas como dolores musculares, palpitaciones, migrañas, trastornos gastrointestinales, entre otros. En el segundo tipo de síntomas, aquellos psicológicos, predomina la incertidumbre, las ideas de inseguridad, sentimientos de perdida abandono, de soledad y vacío.
Una de las complicaciones más frecuentes en estos casos suele ser el consumo excesivo de alcohol u otras sustancias estupefacientes, que enmascara la patología principal y cronifica la situación de desbordamiento psicológico, es decir, complica las cosas.
Tratamientos La Unidad de Crisis está basada en el trabajo grupal, ya que a diferencia de la terapia individual, aparecen rápidamente los rasgos de personalidad desadaptativos, debido a las transferencias múltiples. También se trabaja con la red externa, es decir, con la familia, a través de psicoterapias multifamiliares, explica el doctor Norberto Mascaró, psiquiatra y director médico extra hospitalario de AMSA. De igual manera esta patología es tratada por medio de las llamadas terapias expresivas: musicoterapia, danza-movimiento y expresión corporal.
Aunque existan elementos en común en las diferentes crisis, cada una es diferente, por ello los tratamientos son personalizados y se ajustan a las características de cada paciente, siempre con presencia de valoración psiquiátrica continua, y apoyo farmacológico si fuera necesario, recalca Maruottolo.
Mejorar los síntomas, resolver problemas con sustancias, y, sobre todo, mejorar los recursos psicológicos del paciente para crear nuevos proyectos de vida con bases reales. Estos son los objetivos principales de la Unidad de Día de intervención en crisis de AMSA para afrontar esta patología mental que, según algunas predicciones, será la que tenga una mayor incidencia en este campo en el siglo XXI.