Como el que no quiere la cosa y como casi todo en la vida tiene su fin estamos llegando ya al penúltimo episodio, donde Rafael Pérez Castillo, con ese buen estilo de escribir, nos ha venido hablando de la Semana Santa o Semana Mayor en la bella ciudad de Ayamonte, donde bañada por el Océano Atlántico y por el Río Guadiana que la separa de la vecina Portugal. Ni que decir tiene que estuvo impregnada por las viejas culturas de: del Imperio Tartessico, hasta la llegada de Griegos y Romanos También en la época del Rey Alfonso X de Castilla El Savio cedió esta tierra a Portugal como dote de su hija Beatriz al ser reina de Portugal, hasta el el Rey Alfonso XI creo el Marquesado de Ayamonte Como quiera que Ayamonte tienen una bella historia que, ¿por que no?, convenceremos a nuestro gran amigo Rafael para que nos hable sobre esta tierra tan maravillosa, cuyos marineros participaron en el descubrimiento de América, como es el caso de Rodrigo Xerez que acompaño a Cristóbal Colón . Ha sido cuna de: artistas, poetas, incluso del Beato Vicente Ramírez que marchó a las misiones de México e incluso el Arzobispo castrense Mons. Juan del Río Martín, nació en Ayamonte. Pero ahora debemos cerrar este paréntesis que ha surgido, porque siempre es apasionante hablar de una bella ciudad como Ayamonte y digamos que hoy esta entrega esta dedicada a ese Jesús Vivo que murió para resucitar al tercer día y lo hace indudablemente, como el Triunfo de la Vida sobre la Muerte y ¿Qué les parece si yo me guardo mis emociones? Ya tendré momentos para exteriorizar mis grandes emociones y devociones y dejamos al amigo Rafael Pérez Castillo que hoy nos habla del
TRIUNFO DE LA VIDA, LA VICTORIA ES DEL PUEBLO.
Esta es la expresión exacta de nuestro Jesús Resucitado. Va cantando el triunfo de la vida con la definida personalidad de una anatomía triunfante que nada tiene que ver con las leyendas de los sepulcros. En Ayamonte, Cristo ha resucitado del todo. La Eucaristía nocturna del sábado Santo a la madrugada del Domingo de Resurrección, es como un puente entre el dolor y la alegría y, en la mañana dominical, la explosión es Cristo vivo. También con Él, ha vuelto a la realidad Ayamonte que, pasada su Semana Santa, tendrá ante sí la habitual problemática y buscará con ahínco las mejores condiciones de vida. Estamos hablando de una Hermandad joven, la que más en Ayamonte, fundada por jóvenes y, en la actualidad y desde siempre, poblada de jóvenes. Con ella se hace aquí una fuerte apuesta por los valores de la juventud, y se dan motivos para que las lecturas que, de ordinario, se vienen haciendo acerca de los jóvenes, tomen otros tintes y se vea que hay una parte importante de ellos que sí está responsabilizada en muy altas cotas, que tiene valores de mucho crédito, y que tomarán un relevo generacional por el que pasaremos todos a depender de sus capacidades de gestión y entrega. No siento ningún reparo en afirmar que el seno de una Hermandad, los objetivos de la misma y la programación de su desarrollo, son parte del terreno fértil en el que pueden crecer nuestros hijos, en su preparación para acceder a los puestos de trabajo y a las posibles áreas de actuación que les aguardan en la sociedad.
La Real Hermandad de Jesús Resucitado y María Santísima de la Victoria, erigida canónicamente en la Parroquia de Nuestra Señora de las Angustias, fue fundada en 1990.
Creo que fue un acierto.
En Ayamonte, en Semana Santa, se salía de un período pasional, cargado de escenas de dolor y martirio y, de forma tangible, no se tocaba la realidad de la Gloria. Es decir, las imágenes que quedaban en el recuerdo y en el mensaje, pertenecían todas a la parte cruenta de la Redención, en concreto, la última, el entierro de Cristo; ahora, la Hermandad de Jesús Resucitado, pinta en el aire feliz de la mañana, para gozo de Ayamonte, la estampa viva de la Resurrección que es la que garantiza, a todos los niveles, la salvación del hombre.
En 1991 procesiona por primera vez la imagen del Resucitado.
Es obra del imaginero Francisco Zamudio y sigue haciendo su estación de gloria solo, hasta que en 1996 llega la Santísima Virgen de la Victoria de Antonio Dubé de Luque. Ha estado varios años saliendo sin palio, como suele pasar en todas las Hermandades en sus comienzos, y ha servido esta coyuntura para que la jovencísima plantilla de hermanos, y muy principalmente los que formaban y forman parte de la Junta de Gobierno, pasen por las dificultades económicas y de organización y legislación que tiene una empresa de este tipo.
Su primera salida la hacen descubiertos, vestidos de alba, y no con túnica o hábito, es totalmente blanca y sin botonadura. En la cintura, cíngulo verde, y su confección está basada en la ropa que llevaba Jesús al ser bautizado. Portan el Cirio Pascual y otros atributos de la Pascua de Resurrección.
Desde el primer momento se plantearon la ilusión de salir cubiertos, pero no existieron los permisos eclesiales necesarios para que así fuera. Han mantenido una insistente demanda sobre tal petición y, por fin, en la actual Semana Santa verán colmadas sus ilusiones y el año 2009 será un dato importante en sus archivos y será un dato histórico para la Semana Santa de Ayamonte. Con túnica y capa de un blanco menos puro, sigue manteniendo cíngulo verde siendo también verde el capirucho. De esta manera, la Hermandad habrá logrado su viejo objetivo.
Ninguno de los dos pasos está acabado.
El de Cristo Resucitado esboza, en el canasto, lo que será la futura talla de un paso de considerables dimensiones, pero aunque aún les quede tarea por delante, en el desfile se notan las inquietudes que mantiene a los hermanos fuertes en la empresa.
La imagen de Jesús Resucitado fue bendecida en la Parroquia de Nuestro Señor y Salvador y hoy, al emerger entre las palmeras de la Plaza de la Laguna es, expresado en el vigor de su naturaleza viva, la explicación de una lección de entrega, trabajo y fe a hombros de jóvenes y niños de Ayamonte.
Por los cielos de Ayamonte, palomas de paz y felicidad han hecho sombras sobre el proyecto de manto blanco que lleva la Virgen.
En el recorrido, la Madre de Cristo va cerrando los capítulos que con sus diversas advocaciones ha recorrido nuestras calles, y si fue Salud o Esperanza, Soledad, Paz y Dolor, Rosario, Socorro y Amargura, hoy se resume en un nombre hermoso que felizmente va pregonando la Victoria con la que sueña un pueblo que está vivo en sus creencias y que lucha por alcanzar las metas impuesta por su destino.
En ese camino de fe y tradición están los esfuerzos de los más jóvenes que se saben vocacionados y capaces.
La Virgen, con su expresión de triunfo, será todos los años final de un capítulo, acudirá a visitar a las hijas de Santa Ángela, su gran legado y que sigue floreciendo
para dejarles el mensaje de su nombre, y para recordar su primera Casa de Ayamonte. Como si quisiera ser Hermana de la Cruz, pasó algunos meses en el Convento esperando el momento de su bendición y puesta al culto, lo que ocurrió en mayo de 1997. De nuevo encuentro y diálogo con las hijas de Madre, ellas saben, y lo hablan con la Virgen, que el camino no es fácil, porque lo andan a diario acercándose a los pobres, a los enfermos y a los más necesitados; pero tienen la certeza de que al acabarse estará la Victoria.
Ha sido una semana completa en la que las calles de Ayamonte han sentido los latidos de la Pasión y se han convertido en calles santas.
Vestigios de cera y pies de promesas ratificaron sobre los suelos el convencimiento de llegar a Dios a través de la fe más popular y natural que se conoce.
Si Jesús lloró lágrimas de sangre en los campos de su martirio, en los campos de Ayamonte ha encontrado la flor y el fruto de un pueblo que lo sigue y no se duerme.
Si Jesús movió la losa del sepulcro y quedaron despavoridos los guardianes, aquí se le han abierto las puertas más grandes a la Resurrección.
Si Jesús amarró la fe de los pescadores para convertirlos en apóstoles, en Ayamonte ha encontrado una flota que produce vida, y por la vida, sigue las enseñanzas de su doctrina.
Con los sones últimos de la música, el pueblo volverá a su pulso normal, y un penitente verde y blanco cerrará la puerta del Templo.
Rafael Pérez Castillo(190409) .