USA, 2012. Director: Marc Webb. Guión: James Vanderbilt, basado en los personajes creados por Steve Ditko y Stan Lee. Fotografía: John Schwartzman. Música: James Horner. Intérpretes: Andrew Garfield, Emma Stone, Rhys Ifans, Martin Sheen, Sally Field, Deanis Leary, Campbell Scott, Chris Zylka, Irrfan Khan.
¿Qué necesidad había de realizar esta nueva versión de Spiderman? La trilogía del director Sam Raimi aún está muy reciente en la memoria del público más popular, y se considera una de las mejores adaptaciones que se hayan creado sobre un superhéroe del cómic en general y del universo Marvel en particular. El remake sí se justifica en otros casos, como en el de Superman Returns (habían pasado varias décadas desde el malogrado Christopher Reeve, y la tecnología ha avanzado considerablemente), o bien con el hombre murciélago y Batman Begins (una magnífica reinvención del personaje tras un filón que se agotó con varios actores que interpretaron al personaje). Tampoco se entiende por qué hicieron otro Hulk despues del de Ang Lee, y por qué el gigante verde ha tenido hasta tres actores distintos en tan pocos años; el baile de rostros, directores y versiones varias en el espacio de una década llega a producir saturación, perplejidad y aburrimiento.
El nuevo Spiderman aporta muy poco desde que Raimi concluyó sus tres películas; tan sólo mostrarnos una parte de su infancia, inventarse algunos detalles que no son fieles al cómic original y acometer ligeros cambios respecto a la cinta que protagonizó Tobey Maguire. Por lo demás, el hilo argumental es prácticamente el mismo, con secuencias apenas modificadas: la picadura de araña, el descubrimiento de sus poderes, el enfrentamiento con el chulo del instituto, el enamoramiento de su compañera de clase (ahora es Gwen Stacy, su antigua novia en los cómics), la tía May (mucho más joven en esta versión, encarnada por Sally Field), la muerte del tío Ben -ahora Martin Sheen- por no atrapar a un delincuente, el origen del traje basado en los luchadores de wrestling, y finalmente un científico que se transforma en un monstruo (antes era el Duendecillo Verde y ahora es el Hombre Lagarto); la relación que se establece entre el héroe y el villano es prácticamente la misma. La sensación de película ya vista pesa demasiado sobre un producto que no supera ni de lejos a la versión de Raimi.
Lo que sí encontrará el espectador es lo que promete el trailer: un espectáculo pirotécnico con abundantes efectos especiales, tratando de conseguir el más difícil todavía; en ese aspecto, los enfrentamientos entre el lagarto y la araña no están nada mal, y hay algunos momentos memorables, como la cómica aparición de Stan Lee durante uno de esos combates (el creador de Spiderman y otros héroes siempre realiza un cameo en las cintas de la Márvel, es como un sello de la casa). Pero al margen de unas cuantas escenas de acción trepidante y una buena ración de parafernalia tecnológica en 3D, poco más hay en una película que es menos original que un polvorón en Navidad.