
Tres eclesiásticos en la presidencia del paso de Nuestro Padre Jesus del Gran Poder, flanqueando por Sevilla al buen Hermano Mayor en la estación de penitencia de la pasada Madrugada.
A su derecha el parroco de la feligresía Francisco de los Reyes, heredero en el cargo del mismísimo cardenal Marcelo Spinola, beato camino ya de que se proclame su santidad, quien fue párroco de San Lorenzo, hermano del Gran Poder y director espiritual de la Hermandad.
Junto a él un hermano franciscano, Pablo Noguera, que como secretario personal del cardenal Amigo Vallejo sirvió ejemplarmente a la Iglesia de Sevilla durante casi tres décadas. Nuestro último cardenal se nos fue va a hacer ahora un año. La Hermandad ha querido que, en esta primera estación de penitencia sin él, don Carlos vuelva a estar en la cofradía como tantas veces estuvo, ahora representado por su fiel hermano Pablo.
Y al otro lado del Hermano Mayor el sacerdote Ramón Valdivia, que en unos días recibirá el orden episcopal y será uno de los nuevos obispos auxiliares de Sevilla.
Enorme elocuencia la de esa presidencia, procesionando ante el impresionante paso de Quien en el cielo y la tierra todo lo puede.
Se muestra así la verdad incuestionable de que nuestras hermandades son auténtica Iglesia de Sevilla y no solo folclore o cultura.
Se comprende el orgullo actual de la Iglesia local por contar con esas asociaciones de fieles, que tanta fe proclaman. Este año se han visto muchos más clérigos acompañando a nuestras imágenes sagradas, lo que resulta muy grato.
Pero en la presidencia del Gran Poder había mucho más que tres eclesiásticos junto a dos nazarenos. Eran una lección de finitud con el fondo sobrecogedor de la imagen del Señor, eterno caminante en la Madrugá de nuestras vidas.
Pasarán el hermano mayor y pasaremos con él todos los nazarenos de Sevilla, como sucede desde hace siglos.
Continuarán pasando igualmente los párrocos de San Lorenzo, los cardenales, los beatos y … también los futuros obispos pasarán.
Pasará el tiempo y con él pasaremos todos sus devotos. Pasará esta vida y Él nos juzgará con misericordia, que esa es nuestra esperanza.
Pasará esta vida para todos y sólo Él permanecerá, porque sólo Él es verdaderamente el Tiempo y la Vida.
Emociona ver su firme caminar, en silencio entre las multitudes, los recuerdos y las oraciones. Emociona la fe de un pueblo, que se pasa el testigo de generación en generación.
Pasaremos todos pero en Sevilla quedará por siempre el Señor, al que los nietos de nuestros nietos seguirán venerando.
Pasarán los años y pasaremos nosotros, pero por los siglos de los siglos en Sevilla siempre quedará el Señor del Tiempo.

