La Catedral de la Inmaculada Concepción y el Espíritu Santo de la ciudad marroquí de Tánger es el lugar elegido para que este próximo domingo, 19 de enero, tenga lugar la celebración de la primera sesión de la Causa de Beatificación y Canonización del Siervo de Dios Padre José María Lerchundi, una figura trascendental en la historia de Chipiona.
Se trata de un acto público al que se llega una vez obtenido el parecer favorable de la Conferencia Episcopal de la Región del Norte de África (CERNA) y el nulla osta del Dicasterio para las Causas de los Santos. En él participarán el Tribunal Eclesiástico, los teólogos y los miembros de la Comisión Histórica para la Causa de Beatificación y Canonización del Siervo de Dios.
El Padre Lerchundi nació en Orio (Guipúzcoa), el 24 de febrero de 1836, en un ambiente familiar profundamente creyente. El joven José sintió muy pronto la llamada al estado religioso, vistiendo el hábito franciscano en 1856. Desde 1862, cuando llegó a Marruecos como misionero apostólico, permaneció en este país del norte de África hasta su muerte en 1896, con pequeños intervalos de estancia fuera.
A él se debió la erección en Marruecos de escuelas que acogían europeos y marroquíes; la creación de centros de estudio de árabe; la imprenta hispano-arábiga de la Misión en Tánger, así como, entre otros elementos en esta ciudad. Fundó, asimismo, el Colegio de Nuestra Señora de Regla en Chipiona, como seminario de franciscanos con destino a Tierra Santa y Marruecos. Como experto arabista, también fue destacado su papel de mediación diplomática entre las autoridades marroquíes, españolas y de la Santa Sede.
Este acto se celebra en Tánger debido a que el Padre Lerchundi es natural de la Diócesis de San Sebastián; por otra parte, era fraile franciscano menor; además, vivió muchos años en Marruecos. Pero el dato fundamental que motiva que la Causa de Beatificación se inicie en la Archidiócesis de Tánger es que el eminente franciscano falleció en esa ciudad marroquí y es indicación del Dicasterio vaticano de las Causas de los Santos que los procesos comiencen allí donde el candidato haya muerto.
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