El proceso de beatificación de Juan Pablo II ha comenzado a las 19.00 horas con una ceremonia solemne en la basílica de San Juan de Letrán de Roma. Los trámites se han iniciado tres meses después de su muerte, sin tener que esperar a que transcurran los cinco años que establece el Código de Derecho Canónico.
El acto está presidido por el cardenal vicario, Camillo Ruini. Consiste en una ceremonia diocesana sobre la vida, las virtudes y la fama de santidad del Siervo de Dios Juan Pablo II, según explica el Vicariato de Roma, que, a través de Camillo Ruini, presentó una instancia a Benedicto XVI para que se eludan los cinco años que se requieren, desde la muerte del postulado, para abrir un proceso de beatificación.
En la catedral de Roma, San Juan de Letrán, la ceremonia ha empezado con la oración a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, patrones de Roma. Posteriormente, monseñor Slawomir Oder exhibirá ante el cardenal Ruini, juez ordinario del Tribunal Diocesano, y al resto de los componentes el mandato que se le ha conferido como Postulador de la causa, así como los documentos que ha recogido.
El primer acto del proceso de beatificación es el juramento que pronunciará Ruini, seguido por el juez delegado, monseñor Gianfranco Bella; el juez adjunto, monseñor Francesco Maria Tasciotti; el promotor de Justicia, don Giuseppe D'Alonzo, y los notarios Giuseppe Gobbi, Francesco Allegrini y Marcello Terramani.
Después se comunicará la lista de las personas que tendrán que ser interrogadas sobre la vida y las virtudes de Juan Pablo II. A continuación llegará el juramento del Postulador, que debe encargarse de impulsar la causa, y se indicarán las fechas de las próximas audiencias, que se celebrarán a puerta cerrada.
En su segunda fase posterior, el proceso comenzará con la lectura de todos los documentos de Karol Wojtyla, unas 100.000 páginas, a las que se le sumarán todos los escritos realizados por el Papa durante su juventud, incluidos aquellos apuntes que había pedido en su testamento que se quemasen después de su muerte, pero que su secretario y amigo personal, monseñor Stanislao Dzisizw, decidió no destruir para que pudiesen contribuir a la beatificación.
Según informó el Vicariato de Roma, todos los días le llegan una media de 100 cartas de todo el mundo en las que se exponen gracias recibidas por la intercesión de Wojtyla con las que se pretende ayudar al proceso. La mayor parte llegan de América Latina.
El proceso de beatificación contempla al principio la recogida de la documentación sobre Juan Pablo II, así como la investigación sobre su vida y virtudes, recogiendo testimonios de quienes le conocieron.
Aunque se espera que el proceso sea rápido, expertos vaticanos han precisado que no hay que olvidar que se necesitaron 35 años para la beatificación de Juan XXIII, el "Papa bueno".
El pasado 13 de mayo Benedicto XVI anunció por sorpresa el comienzo del proceso de beatificación de Wojtyla. Hizo el anuncio en el día en que se cumplían 24 años del atentado contra el Papa polaco a manos del turco Ali Agca en la plaza de San Pedro y en la festividad de la Virgen de Fátima, que según Karol Wojtyla "desvió la bala" y le salvó la vida.
El anuncio fue acogido con gran alegría en el mundo católico. Y es que aún sigue vivo en la memoria el grito "súbito santo" ("santo ya") que decenas de miles de personas corearon el pasado 7 de abril en la plaza de San Pedro durante los funerales.
Aunque el Código de Derecho Canónico establece que para abrir el proceso de beatificación de una persona es preciso que hayan pasado cinco años desde su muerte, el Papa tiene la potestad de acortar ese plazo. Así lo hizo el propio Juan Pablo II con la Madre Teresa de Calcuta, que murió en 1997 y cuyo proceso de beatificación comenzó dos años después y culminó en el 2003.
El camino hacia la santidad tiene tres escalones: venerable siervo de Dios, beato y santo.
"Venerable Siervo de Dios" es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce haber vivido las virtudes de manera heroica. Para que pueda ser beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión y para que sea santificado es necesario un segundo milagro, que ha de realizarse después de ser proclamado beato.