Gloria y José Fernando son unos niños, que a pesar de su corta edad han sufrido ya una de las experiencias más dolorosas en la vida y por dos veces, la pérdida de la madre. Los niños se han convertido en el gran consuelo de Ortega Cano destrozado por el dolor que intenta poco a poco empezar su nueva vida sin Rocío, una mujer que llenaba la vida de todas las personas que la rodeaban. Los tres viajaron a Chipiona una semana después del entierro de la cantante. José quería sentirse más cerca de ella y por eso acudió con sus hijos al apartamento que tienen en la playa, cerca de la casa familiar que poseía Rocío Jurado en el pueblo, y que el torero compró hace unos años.
Jose deseaba que sus hijos estuvieron con los primos y la familia de Rocío. Almorzaron en casa del tío Antonio, tío materno de Rocío al que esta quería como un padre.
Los pequeños, con atuendos playeros pasaron el día con su padre y la pequeña Gloria llevaba al cuello el rosario blanco que su madre le trajo de Houston y que durante la enfermedad de la cantante lució toda la familia en señal de fe. Los Rosarios habían sido una regalo de unas monjitas durante la última estancia de la cantante en Houston.
José, de luto riguroso, con el rostro contraído por el dolor, apenas duerme y quiso que sus hijos tuvieran unos días más relajados en la playa. Durante su estancia en Chipiona visitó todos los días la tumba de Rocío donde rezó, eso sí en la más estricta intimidad. Ahora su consuelo está en sus sus hijos , aunque cuando habla de Rocío comenta:
- Sé que Rocío está en el cielo, en un sitio privilegiado
El torero cuenta con el apoyo de todo el pueblo y toda España para salir adelante, ha heredado el gran amor que Rocío siempre sembró a su paso, y que ahora recogerán él y sus hijos
SEVILLA PRESS