Rocío Jurado no estuvo por primera vez el 8 de septiembre en Chipiona, pero fue como si estuviera. Su presencia llenó su ausencia. La cantante era recordada en cada momento de la procesión de su Virgen de Regla por las calles de Chipiona. Su marido, Ortega Cano, tomó el relevo de la promesa hecha por la cantante de estar con la Virgen cada mes de septiembre, y así lo hizo.
A las seis de la tarde Nuestra Señora de Regla comenzó la procesión por las calles del pueblo, este año una alfombra de Sal marcaba el recorrido. Lucía junto al bastón de mando de la ciudad un crespón negro en señal de luto por una de sus hijas más devotas.
La emoción embargaba a los chipioneros, y al llegar a la casa de la cantante , su marido y su hermano Amador sacaron al balcón desde el que Rocío siempre veía su paso, un enorme canasto de nardos, las flores que adornan a la Virgen.
Nadie se asomó al balcón principal de la casa, sólo las flores representaban a la cantante. En ese mismo sitio, un año antes Rocío se deshacía en lágrimas rezando ante su Virgen. La familia al completo se asomó a un balcón posterior de la casa. Amador con su esposa Rosario, José Ortega con sus hijo, Gloria Mohedano y su marido José Antonio Rodríguez, sus hijas, la hermana y el cuñado de Ortega y por supuesto, Juan de la Rosa, el fiel amigo y mano derecha de la cantante durante tantos años, y que ahora también está delicado de salud
El pueblo de Chipiona recibió con una ovación a familia de la cantante, y los costaleros volvieron a la Virgen hacia la casa, ellos que fueron quienes sólo tres meses antes llevaban sobre sus hombros el féretro de Rocío, también quisieron sumarse al recuerdo luciendo camisetas en las que debajo de la imagen de la Virgen podía leerse En recuerdo a Rocío Jurado.
Sólo faltó Rocío Carrasco, que desde que acudió a la misa por su madre en Chipiona no ha vuelto a aparecer en público, la hija mayor de la cantante está muy abatida y aunque mantiene contacto telefónico con el marido de su madre y su familia, prefiere buscar el consuelo en la intimidad de su hogar, junto a Fidel y sus hijos.
Tras el paso de la Virgen por la casa, la familia le ofrendó un ramo de nardos y José se incorporó a la procesión, junto al alcalde de la localidad, Manuel García y parte de la corporación municipal. Hizo lo mismo que tantos años acompañando a su esposa, delante de la Virgen, sereno y conteniendo la emoción. Fueron muchas las muestras de afecto y apoyo que fue recibiendo durante todo el trayecto y él las agradeció pacientemente. Al ponerse el sol, la Virgen entró en el Santuario y José observó la entrada en el Hotel Al Sur, desde el mismo balcón en el que junto a su esposa tantas veces presenció la escena, hubo un aplauso espontáneo y José miró al cielo:
- Ella está conmigo, sigue conmigo y hoy está aquí con su Virgen, fue mi profesora en esta devoción que llevo tan dentro