Querido Manolo:
Desde que te fuiste, todas las plumas ilustres de Sevilla han derramado elogios y admiración hacia tu persona, tu trayectoria humana, tu bondad, tu personalidad, tu desprendimiento, tu ejemplo, tu sencillez y tantas y tantas virtudes como te adornaban. Y, sin embargo, yo que siento como ellos, como Concha, como tus hijos, tu irreparable pérdida, solo tengo lágrimas, muchas lágrimas que me provocan tu ausencia, que impiden que mi pobre bagaje literario hilvane, como yo quisiera, tanto como deseo decirte.
Ya estás con nuestro Poeta, Manuel Benítez Carrasco, por fin lo has conocido, tú que tanto admiraste su Obra y que ayudabas a darla a conocer, y que siempre acudías a mi llamada para desarrollar actividades que acercaran su poesía a cuantos querían saber más de aquel granadino irrepetible que también se marchó a los escenarios celestiales para disfrute de los ángeles del Cielo.
Te has ido, pienso yo, como hubieras deseado siempre tu muerte, ejecutando la suerte suprema de tus pregones. Y tenía que ser en Talavera de la Reina, ¡qué bien eligió tu Padre Leonardo el sitio y el momento!
Manuel, pregonero, casi torero, ejemplo del hombre cabal, nos has dejado con la miel en los labios de tu impagable amistad. Disfruta en el Cielo todo ese capital de buenas obras que cosechaste en la Tierra.
Un fuerte Abrazo
Jesús Rossi López de Castilla