Los sevillanos podrán usar el tranvía desde el próximo domingo para desplazarse entre el Prado de San Sebastián y la Plaza Nueva ya que empezará a rodar oficialmente dentro de una semana, aunque será un día más tarde, el lunes 29 de octubre, cuando circule a pleno rendimiento: de 6.00 a 2.00 los siete días de la semana. El tren recorrerá en ocho minutos la columna vertebral del centro de la ciudad, un itinerario de 1.317 metros que, desde abril de 2006, sólo puede completarse a pie o en bicicleta.
A partir del lunes el metro centro funcionará con la que se prevé que sea su frecuencia habitual: un tren por sentido cada siete minutos. Según el compromiso de la empresa municipal de transportes (Tussam), nadie tendrá que esperar en una parada más de ese tiempo para subirse al tranvía. Podrán viajar en cada tren alrededor de 250 personas, el mismo número de pasajeros que transportan tres autobuses o casi 200 coches.
Para llegar hasta aquí, el tranvía ha recorrido un camino de tres años durante los que se ha ganado tantos detractores como simpatizantes. Los primeros arguyen que es poco funcional, supone un impacto visual excesivo para el casco histórico y no soluciona los problemas de movilidad como podría hacerlo una línea de metro subterránea. Los que lo aplauden elogian su rapidez, la amplia capacidad de transporte (hasta 3.500 personas por sentido y hora) y su carácter ecológico. Hasta que se cerró al tráfico, la avenida de la Constitución soportaba un tránsito de 2.000 coches y autobuses cada hora.
Demasiado ruido inicial
Defensores y detractores han tenido cuatro meses para ir acostumbrándose al paso del tranvía desde que, a mediados del mes de junio, empezó a circular. Las críticas le llegaron nada más arrancar: hacía demasiado ruido. Durante estos meses los técnicos han solucionado el problema y ahora discurre silencioso. "Siempre nos preocuparon más las vibraciones que el ruido, por lo que pudiera suponer para la Catedral y otros edificios históricos", reconoció Fernando Martínez Salcedo, vicepresidente de la Agrupación de Interés Económico (AIE) de las empresas municipales.
Aunque las pruebas han eliminado el ruido, la solución para el impacto visual que suponen las catenarias - otro de los elementos contra el que se ceban los críticos del tranvía- tendrá que esperar. El gobierno municipal reconoce que la entrada peatonal a la ciudad, flanqueada por decenas de altísimos postes, no es la estampa con la que más luce el casco histórico. Pero hasta que lleguen nuevos trenes con autonomía para abastecerse de energía, los postes seguirán siendo parte del paisaje. El Ayuntamiento espera que en un máximo de dos años hayan desaparecido del tramo que discurre entre el Archivo de Indias y el Ayuntamiento. "Es un problema de evolución tecnológica", explicó Martínez Salcedo. "Los fabricantes de tranvías están recibiendo enormes presiones de todas las partes del mundo para que desarrollen sistemas más autónomos".El tranvía es la consecuencia del proceso de peatonalización del centro de Sevilla iniciado hace año y medio y que abarca ya casi 200.000 metros cuadrados. "Es el primer acto de la transformación de la movilidad en Sevilla", vaticinó Martínez Salcedo, sabedor de que muchos cuestionan que el esfuerzo económico (80 millones, 30 de ellos sufragados por la Junta) y social (las molestias de obras en el centro durante un año) para un tren con 1.400 metros de recorrido.
Para este mandato, el compromiso del alcalde, el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín, es llevar el tranvía hasta el apeadero de San Bernardo y la estación de Santa Justa. La extensión del otro extremo, el que debe adentrarse en el casco histórico, queda pendiente de solucionar por la limitada anchura de calles.
De Victorio y Lucchino
"El tranvía te lleva donde otros no pueden" es uno de los lemas para incentivar el uso de metro centro. Su precio es el mismo que el de los autobuses urbanos. Valdrá el bonobús de Tussam y las tarjetas de la tercera edad, jóvenes y desempleados. Los billetes para un sólo viaje se venderán por un euro en máquinas ubicadas en cada una de las cuatro paradas (Prado de San Sebastián, calle San Fernando, Archivo de Indias y Plaza Nueva). Dentro no se puede comprar el billete. Durante los 20 segundos de parada se podrá subir y bajar por cualquiera de las seis puertas del tren. Si una persona se encuentra entre ellas cuando empiezan a cerrarse, se detienen y el tranvía no se pone en marcha.
El tren, cuyo interior ha sido diseñado por Victorio y Lucchino, tiene capacidad para transportar 54 personas sentadas y 200 de pie. Los encargados de pilotarlos serán 24 conductores de la plantilla de Tussam que, tras la formación y los ensayos con y sin pasajeros, están ya listos para el estreno.