El envejecimiento en sí no frena la actividad sexual sino que son los problemas de salud los principales inconvenientes. A partir de ahí, en función de la influencia de factores fisiológicos, psicológicos y sociales, se impulsa o desalienta la naturaleza y frecuencia del comportamiento sexual. Estas declaraciones las ha realizado Álvaro Mosquera, psicopedagogo y educador social, en el taller sobre Sexualidad en institución, desarrollado dentro del VII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Residencias (SEMER) que se celebra en Bilbao durante el 26 y 27 de octubre, bajo el lema Imagínate que puedes.
En la sexualidad de las personas mayores influyen muchos factores que han ido condicionando su manera de ver la sexualidad, una sexualidad que en ocasiones se ha podido ver reprimida y que viene condicionada por su propia historia personal de vida y las experiencias sexuales que ha mantenido anteriormente. Esto va a hacer que la persona mayor tenga una actitud negativa o positiva sobre la sexualidad en función de estos diversos factores.
El experto quiso también desterrar el mito de la falta de deseo sexual en ancianos, apoyándose en diversos estudios publicados en los que se evidencia que las personas mayores son sexualmente activas pasados los setenta e incluso, pasados los ochenta años. No es un asunto de edad sino de otras variables, como el estado de salud o por ejemplo el haber tenido y conservado una pareja, entre otras.
Tabúes y comunicación
Mosquera continuó su alocución aludiendo a que el tema de la sexualidad, hasta ahora, ha sido considerado como un tema tabú; este tabú es mucho mayor cuando se habla de sexualidad en personas mayores, y ya es mucho más peliagudo en el caso de que este tipo de situaciones se den dentro de instituciones. Por eso creo que es una de las grandes razones por las que es necesario hablar de este tema, porque es una realidad.
Para facilitar este diálogo, el experto ha abogado por tratar de establecer los cauces y actitudes necesarios en estos centros para que las personas mayores no se sientan violentos al hablar de temas relacionados con la sexualidad, aunque esto es infrecuente todavía hoy en las residencias, a no ser que las preguntas estén directamente relacionadas con un problema de salud.
Para Álvaro Mosquera, se debe trabajar para que cuando un anciano se nos acerque demandando información o asesoramiento sobre sexualidad, no se les vea a estas personas como alguien con actitudes perversas dentro del centro. Muchas veces se castigan estos comportamientos como si fueran una falta de respeto, e incluso, en algunos casos extremos, los ancianos han podido ser expulsados de las instituciones.
En lugar de responder ante insinuaciones sexuales de una manera que a veces resulta humillante para el anciano se debiera responder de una manera profesional y terapéutica.
Respeto a los derechos del anciano
Álvaro Mosquera continuó incidiendo en que es necesario que profesionales, instituciones y sociedad en general cambien sus actitudes respecto a esta realidad, de tal modo que si dos personas desean mantener relaciones, puedan hacerlo, manteniendo su derecho a la intimidad, a la privacidad y a tener relaciones afectivas.
Para Mosquera es conveniente que todos los actores implicados comprendan la sexualidad del anciano como una manifestación de expresiones y de emociones, de identificación social. Es disfrutar del placer, del contacto con el otro, la comunicación, el afecto, es la necesidad de sentirnos queridos. Es hablar, la caricia, el sentimiento, el enamoramiento, sin imponerse metas como el coito; es algo mucho más amplio. Sólo así podrán disfrutar, viviéndola con naturalidad y libertad y aceptando el cuerpo como prolongación de una comunicación manifiestamente sexual o no, implicando la identidad de la persona.
Falsos mitos y estereotipos
El experto abogó por una educación permanente de la sociedad, rompiendo los mitos y prejuicios que existen en torno a la vejez. En este sentido, afirmó que existen estereotipos respecto a que los ancianos pierden el apetito sexual, o que la sexualidad no es para ellos, o que la erección del pene es necesaria para la actividad sexual, o que el coito es la única forma de relación sexual, o que a cierta edad, las relaciones sexuales pueden ser insanas porque pueden provocar problemas de salud; éstos son mitos y actitudes sociales que están muy vivos y que marcan a la persona condicionando negativamente las posibilidades de que la personas vivan adecuada y libremente su sexualidad.
También hizo referencia a cómo los modelos sociales condicionan las opiniones de la gente: Socialmente, la persona mayor no se siente bella; para ellos, la persona bella es la joven. Para Mosquera, todos estos aspectos se deberían trabajar, no solo con los ancianos, sino también con sus familias y con los diversos profesionales del sistema socio- sanitario.
Sexualidad y salud
También se puso de manifiesto en el taller que los mayores que se mantienen sexualmente activos suelen ser los que mantienen un estado de salud mejor que el del resto, y que generalmente son más autónomos e independientes. La sexualidad se entiende hoy como un parámetro más de la calidad de vida del anciano. Mantener unas relaciones afectivas satisfactorias y plenas influye en el estado de ánimo de la persona e incluso puede actuar de forma favorable para prevenir sentimientos de tristeza, soledad e incluso, depresiones.