Para acceder al Palacio de Las Marismillas, convertido por segundo año consecutivo en refugio estival de Zapatero, es necesario tomar una embarcación local y cruzar el Gualquivir desde Sanlúcar de Barrameda. Cada día, gran parte del personal de seguridad e intendencia del presidente harán el viaje de ida y vuelta. Sólo un pequeño grupo de colaboradores permanece alrededor todo el día. El resto, descansa en hoteles próximos de Sanlúcar o Chipiona, cuando no está de servicio.
El río, cerca de su desembocadura, forma una frontera natural, lo que facilita la seguridad del presidente y su familia. Y, también, su aislamiento. Desde la ruptura de la tregua de ETA, Zapatero ha caído rendido por los encantos de este paraje natural, rodeado de pinos y playas vírgenes, que le permite reflexionar en solitario. Se refugió en las navidades de 2006 tras el atentado contra la T- 4, y el verano pasado, para preparar las elecciones. Ahora, sus desvelos se concentrarán en la economía y la búsqueda de aliados para aprobar los presupuestos.
El lugar es idóneo para el recogimiento. Zapatero aprovechará el entorno para correr. No en vano Aznar ordenó acondicionarla para acoger a Jefes de Estado. Tony Blair, Lionel Jospin, Vicente Fox y Andrés Pastrana han sido algunos de sus inquilinos. Ésta es la razón por la que el palacio, en el que ya cazaron Alfonso XIII y Franco, pertence a Patrimonio del Estado, mientras que la gestión del Parque de Doñana corresponde a la Junta de Andalucía.
A diferencia de José Luis Rodríguez Zapatero, que prefiere el antiguo caserón de labranza para su descanso, sus antecesores, José María Aznar y Felipe González, optaron, en su tiempo, por el Palacio de Doñana, próximo a Matalascañas, en la otra esquina del Parque, según informan fuentes de Moncloa.