La Puebla del Río - Festival taurino, Domingo 25 de Octubre de 2009
ASTADOS: Se han lidiado reses de distintas ganaderías, mal presentadas. Noble y muy flojo el primero de Bohórquez; noble el segundo de Hermanos García Jiménez; muy parado el tercero de Bohórquez; complicado y molesto el cuarto de Núñez del Cuvillo; con más movilidad el quinto de Bohórquez.
ACTUANTES: -Diego Ventura, dos orejas, dos orejas, y dos orejas y rabo en el que torearon juntos. -Morante de la Puebla, dos orejas, saludos, y dos orejas y rabo en el que torearon juntos.
INCIDENCIAS: Plaza llena. Festival homenaje a los hermanos rejoneadores Ángel y Rafael Peralta. Ventura y Morante salieron a hombros acompañados por los hermanos Peralta.
Con los tendidos a rebosar, Morante de la Puebla y Diego Ventura han salido a hombros de la plaza, junto a los homenajeados Ángel y Rafael Peralta, tras brindar una tarde de momentos interesantes de toreo a pie y a caballo, pese a que el ganado lidiado le ha restado emotividad al espectáculo. José Antonio Morante clavó banderillas a una mano a lomos de 'Califa' y Diego Ventura sorprendió con un toreo con capa y muleta de alta nota.
Manuel Viera.-
Detalles, ramalazos de arte en una tarde para hacer historia. Ambos colosos deleitaron al público con los instantes de mérito que ofrecieron con un toreo, a pie y a caballo, sorprendente y de peculiar y personalísimo estilo. Lo extraordinario vino con el toreo de capa, y con el no menos prodigioso toreo diestro, y con el quiebro para clavar banderillas a una mano, y con el citar de frente recreándose en la suerte y clavar despacio. Morante y Ventura, o Ventura o Morante. Dos torerazos.
Distinto de nuevo Morante, que decidió ir más allá de su increíble arte en el toreo puro y de 'quejío', cabalgando a lomos de 'Califa' para manifestar su suntuosidad y poder emotivo clavando garapullos a una mano con resultado sugerente. Y Ventura, que con especial predisposición firmó a pie un toreo de capa de alta nota y una faena de muleta en la que mantuvo su poder de transmisión. ¿Qué más se puede pedir? Sucedió con el quinto, otro de los novillos de Fermín Bohórquez, este con algo más de movilidad de un trío con nobleza en sus embestidas pero flojos y parados en exceso. De un estoconazo sin puntilla tumbó el lusitano-sevillano al utrero, y la locura se hizo presente en la gente.
Y antes de aquí las emociones se sucedieron. Ángel y Rafael Peralta, historia viva del toreo a caballo, abrieron el paseíllo para después mostrarse como dos auténticos centauros. Y por momentos, algo que en verdad mereció la pena experimentar y admirar: un toreo de otra dimensión, distinto y puro. José Antonio Morante se mostró a la verónica, con el noble y flojo novillo de García Jiménez lidiado en segundo lugar, con la seguridad y grandeza de los verdaderos artistas. Después, la frescura, el refinamiento carente de amaneramiento, la belleza de cada de pase, el molinete, los detalles de un toreo de pura artesanía conquistaron desde el primer momento a un público que llenaba a reventar la plaza. No hubo faena redonda, pero el toreo de Morante se degustó, como se degusta una buena tazada de café: disfrutándolo a pequeños sorbos. Y así parece que lo compuso, despacio, muy despacio, aportando una elegancia extraordinaria en su ejecución. Fue la magia del toreo del sevillano, esa forma indefinible, pero clara para cualquiera, en la que todo lo que se ve en el ruedo es variado y con enorme capacidad para sorprender. El cuarto, de Núñez del Cuvillo, no le dio opción.
Diego Ventura demostró su excelente momento y ofreció su extenso repertorio con una perfecta monta y conocimiento de los terrenos. No le ayudaron los flojos y parados novillos de Bohórquez, ni el primero ni el tercero, pero el sevillano-portugués llegó muy despacio con sus cabalgaduras a las proximidades de los utreros para quebrar y clavar en lo alto. Siempre espectacular en su característica puesta en escena y realizando bellas suertes mientras cabalgaba a dos pistas con excelsa templanza. Extraordinarios caballos, muy toreros y perfectos en su doma y, sobre todo, el espectáculo de uno en particular: 'Morante', más torero y juguetón que nunca delante de la cara del novillo. Y con el homónimo del de La Puebla clavó hasta las cortas al violín.
Interesante y peculiar espectáculo con un objetivo cumplido: llenar la plaza y conseguir con ello que dos toreros sevillanos de a caballo, santo y seña del rejoneo de todos los tiempos, sean homenajeados por su gente. Los Peralta, Ángel y Rafael, muy pronto serán historia en bronce en el pueblo que les vio nacer.