Ayer comenzaba en Pilas el primero de los encuentros Arquitectas para una ruralidad intercultural para mujeres de otras nacionalidades, organizado por el Grupo de Desarrollo Rural Aljarafe-Doñana para colocar a este ejército invisible en la agenda del desarrollo comarcal, poner en evidencia sus contribuciones al territorio y reconocer la diversidad femenina como derecho democrático, introducía Eva Martínez de León, técnica de género de la entidad, a la veintena de mujeres participantes, de hasta 7 nacionalidades distintas.
En nuestra visión del desarrollo rural -continuaba Martínez de León -, no podemos caer en el juego del patriarcado, de mujeres que excluyen e invisibilizan a otras mujeres, de ahí que ADAD se haya embarcado en este nuevo proyecto, ya contemplado en su Estrategia de Género para el periodo 2009-2015, y subvencionado a través del Programa Andaluz para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural LiderA (Consejería de Agricultura y Pesca y FEADER).
Un proyecto, según la técnica de ADAD, de carácter piloto que en un primer momento va a centrar su ámbito de actuación en el municipio de Pilas, la segunda localidad de la comarca (y la primera de más de 10.000 habitantes) que cuenta con mayor porcentaje de vecinos y vecinas de otras nacionalidades, en concreto un 7% de su población empadronada.
Con la organización de Arquitectas para una ruralidad intercultural, que está impartiendo el Instituto BAKUN, se quiere acompañar a estas mujeres de otras culturas que viven en Pilas en sus procesos individuales y colectivos de empoderamiento como ciudadanas y favorecer la creación de una red que facilite la reivindicación de sus derechos y desde la que impulsen su capacidad para participar e incidir en la agenda de género local y comarcal.
Asimismo, el proyecto de ADAD sobre Género e Interculturalidad en el que se integra esta iniciativa, contempla para los próximos meses la organización de otras actividades formativas y de reflexión con los equipos técnicos y políticos que trabajan con estas mujeres (centros de información a la mujer, dinamizadores juveniles, mediadores interculturales, etc.), con objeto de que tomen conciencia de la necesidad de gestionar la diversidad desde un paradigma libre de barreras y estereotipos.
En la inauguración ayer de las primeras sesiones de trabajo también intervenían la concejala de la Mujer del Ayuntamiento de Pilas, Ana María Becerril, y el gerente de ADAD, Alfredo Florencio. La primera destacaba el carácter ejemplar del proyecto, que va a permitir trabajar con mujeres de otras culturas, con quienes debemos colaborar para entre todas conseguir la igualdad y luchar contra lacras como la violencia de género. Por su parte, Florencio, reconoció que la integración de la población inmigrante en el tejido social y económico de la comarca es muy importante, como también lo es aceptar la diversidad cultural, religiosa, etc..
Un colectivo imprescindible pero invisible
La primera puesta en común de las experiencias de las mujeres de otras nacionalidades ponía ayer en evidencia cómo buena parte de los avances de nuestro sistema económico y social se sostiene en las espaldas de mujeres con grandes talentos culturales, formadas, con capacidades valiosas para nuestro desarrollo y sin cuyas presencias no sería posible el mismo. También revelaba la incapacidad de nuestro actual sistema para reconocer y atender sus necesidades, así como la instrumentalización que se hace de su trabajo, muchas veces bajo la excusa de la crisis económica.
"Vine a España huyendo del terrorismo y la delincuencia, para ofrecerles a mis hijos seguridad, aquí trabajo 14 horas por 500 euros y sin contrato. La gente se aprovecha, y más en estos tiempos, pero me aguanto porque lo necesito". Este tipo de testimonios se repitieron en una sesión de trabajo cargada de emociones que protagonizó un numeroso grupo de mujeres que llegaron a nuestra tierra "en busca de un sueño, otras oportunidades" o "huyendo de una situación política inestable, la inseguridad y la delincuencia", y donde en la mayor parte de los casos se han dado de bruces con una realidad económica y social nada favorable.