
Además de ser futbolista, Andrè Courrèges estudió arquitectura y diseño textil. En 1950 ingresó en el taller de Balenciaga, de donde saldría en 1961, junto con su mujer, colega de trabajo en la "factoría" del vasco, para crear su firma. Una firma y un estilo que muchos dieron en llamar "futurista", aunque realmente sería el antecedente del tan traído y llevado minimalismo. Courrèges simplificó al máximo las prendas femeninas, les dio ese halo de funcionales que las hacían "espaciales y especiales" y las "pintó" de colores, con el blanco como color estrella.
La prensa del momento habló de una revolución, del "New Look" de los sesenta e incluso se le comparó con Le Corbusier, pero lo cierto y verdad es que Courrèges se esfumó de la historia de la moda, dicen que porque vendió su negocio a la firma L'Oréal y se dedicó a hacer ropa a medida a su grupo de clientas, además de lanzar luego unas líneas más asequibles que no tuvieron éxito.
Leo ahora a la compañera Florencia Sañudo, de la revista Yo Dona, que el L aniversario de la firma se va a celebrar, entre otras cosas, con una reedición de su chaqueta de vinilo, un material de última moda en la actualidad y que pone de manifiesto lo visionario del modista. La idea surge de dos "salvadores de casas de moda", los expublicistas Jacques Bungert y Frédéric Torloting, cuyo objetivo es reavivar los rescoldos de una firma que fue señera en los sesenta.
Porque ahora, cuando veo unas botas níveas calzadas por una chica "cani", una "tribu" surgida hace unos años, a raíz de la LOGSE, para abreviar, y en las antípodas del "pijo", que tiene al blanco nuclear como signo de diferenciación social, me recuerda que la moda cuando se pluraliza se vulgariza. Ya lo dijo el exquisito fotógrafo Cecil Beaton: "las modas son efímeras, la moda es eterna".
Courrèges había lanzado, entre otras novedades para la época, una bota blanca, de cabritilla, de ternera o charol, que llegaba a media pantorrilla, tenía escotaduras en la parte superior y se adornaba con un lazo en la parte delantera. Dicen que fue muy copiada. Copiada y, como hemos comprobado, reinventada casi medio siglo después. Qué pena, Courrèges tuvo un problema, no se supo o no se quiso "vender". Y eso en tiempos de "mercantilismo decorado de oenegeismo"; sí, de ONG, es sinónimo de extinción. Ojalá resurja ahora de sus cenizas, al menos para que las nuevas generaciones conozcan a quienes escribieron la verdadera historia de la moda.
