Francisco Gallardo se hace con el V Premio Ateneo de Novela Histórica con esta obra que nos acerca a la historia de Sarah Avenzoar, una de las primeras mujeres en ejercer la Medicina y que vivió en el siglo XII de la era de los cristianos, el sexto de la Hégira.
Esta mujer única y adelantada a su época creció en Al Ándalus, concretamente en Sevilla, rodeada de poesía y tratados de medicina y dedicó su juventud al estudio de esta disciplina. Con talento y esfuerzo Sarah Avenzoar, nieta del famoso médico Abu Marwan Avenzoar, se hace merecedora ante el gran Averroes de la iyaza que le permitía ejercer su vocación de curar mujeres y niños.
Desde Marraquech y en la última noche de su vida Sarah recuerda su infancia, su adolescencia y el camino que le ha llevado hasta el harén del califa. La protagonista y narradora escribe sobre un pergamino que ella misma hizo con la piel de un cervatillo a sabiendas de que su existencia en este mundo se agota.
En esa última noche Sarah Avenzoar nos cuenta con palabras tan dulces como sabias cómo vivió ella misma el desarrollo de su feminidad, el despertar del amor, y la pasión maternal. Y es que Francisco Gallardo en una ambientación maravillosa y ampliamente documentada consigue envolver al lector en el aroma y el embrujo de la Sevilla almohade trasladándolo a la época de los palacetes, de los costureros, de los baños, de los ropajes de lino con bordados dorados y de los pasteles de miel. Es un placer pasearse por un trozo de la Historia que tanto poso ha dejado en nuestra cultura.
Ya he comentado en alguna ocasión la profunda admiración que siento por la primera persona pues me parece un recurso en si mismo arriesgado por los limites de conocimiento y de consciencia que no tiene un narrador omnisciente. Es cierto que la primera persona puede atrapar la atención de quien lee e influir sobre sus emociones de una forma más poderosa que la tercera persona pero se corre sin embargo el riesgo de causar el efecto totalmente opuesto si al narrador le falta coherencia, profundidad o el ritmo del relato no es el adecuado. Francisco Gallardo logra que la voz de Sarah Avenzoar nos haga olvidar que hay un autor tras su discurso creando así la ilusión, el encantamiento o la magia en la que el personaje salta de la tinta para dirigirse al lector.
Ésta es una novela vitalista, sin duda, con un relato sencillo y una prosa amable, delicada y detallista, una novela atractiva, femenina y entrañable a la que no le falta la intriga de las pasiones de la carne, la trama política y los secretos más oscuros y peligrosos de las envidias pero sobre todo me ha parecido una novela valiente sobre una mujer valiente que afrontó la vida con la misma entereza con la que afrontó la muerte.