Después de la primera de noche de cante y baile, los feriantes vuelven al recinto ferial con su mejor sonrisa y ganas de cantar, bailar y comer. La mayoría cambian de traje y lucen como nuevos aunque tengan varios años. El calor y albero hace que los feriantes se refugien en las casetas, a la sombra, con unas tapas y con cerveza, rebujito y manzanilla. En algunas casetas celebran el encuentro con Moet Chandon. Hay para todos los gustos. Que siga la fiesta.