El cuarto derribó al caballo en el primer encuentro. Antonio Ferrera desistió de banderillear al toro. Con la muleta, el animal se rajó y Ferrera lo buscó para tratar de sujetarlo. En terrenos de tablas, logró expimirlo y sacarle naturales de mucho mérito. Cimbreó la cintura para lograr alargar los muletazos en una serie y en otra buscó la colocación con desplantes al tendido. La faena cobró relevancia pero anduvo mal con la espada y le llegaron a sonar los dos avisos. Al primero lo sacó con lances hacia los medios, después de que le rompiera la taleguilla de un pitonazo. Compartió el tercio de banderillas con Manuel Escribano y se encontró con un animal que reponía en cada pase. También pinchó.
Con el segundo, Juan Bautista también estuvo desacertado con la espada. El quinto tuvo calidad pero fue blando de manos y el público lo protestó. Tampoco se mostraron favorables a que el francés trazara una faena larga, debido a la condición del animal.
Manuel Escribano saludó al tercero a porta gayola. Compartió el tercio de banderillas con Ferrera. Se vino por dentro en la muleta en una labor breve que se desarrolló por el pitón derecho porque por el izquierdo fue aún peor. En el último se llevó una gran ovación tras un par de banderillas muy comprometido para adentro, cerrado en tablas. Fue un animal muy agarrado al piso y reservón con la muleta.
Asistencia: 21.796 espectadores