Es muy probable que los faros existieran antes del período griego y romano, y que los fenicios y los cartagineses encendían hogueras en lo alto de las torres de vigía que levantaban en puntos destacados de las costas.
De los faros construidos por los romanos quedan pocos vestigios, si bien algunos todavía conservan su aspecto original, como el faro poligonal del Castillo de Dover, en Inglaterra, la torre de Hércules de La Coruña, reformada y revestida en el siglo XVIII.
Desde tiempos remotos, los habitantes de esta zona no obviaron la imperiosa necesidad de construir una elevada torre o faro que alertara a los navegantes de los peligros de esta costa y sirviera de orientación y dirección para poder tomar la entrada del río Guadalquivir.
Necesidad ésta, debida a que éste río tuvo y tiene una peligrosa desembocadura en el Océano, a causa de una barra imponente e indestructible donde encallaban los barcos a su entrada.
Desde muy antiguo, la tradición histórica habla de una torre, faro, etc., en lo que hoy es la roca de Salmedina.
Este fue el inicio de una relación entre un pueblo, Chipiona, y una torre, cuyo fruto más significativo fue que se conociera o denominara a esta población, como “Turris Cæpionis” ó “Torre de Cepión”.
En cuanto al origen de su nombre existen distintas teorías: las que lo establecen en Libia, las que dicen que proceden de la palabra griega “luz o brillo”, y las que lo asientan en la isla de “Pharos”, ubicada en Alejandría y en la que se construyó el faro más famoso y representativo de todos los tiempos, que sirvió de ejemplo a muchos otros, a pesar de no ser el primero.
Los textos clásicos de los geógrafos Estrabón y Mela, revelan que para señalar la dirección a los marinos de su época, a fin de evitar a los navegantes que pretendieran remontar el río Betis los escollos de Salmedina, se alzaba en la desembocadura del Guadalquivir una torre famosa, (Cæpionis Turris) cuyo nombre dio origen a la actual población de Chipiona.
Sabemos también que esta torre destacaba y tenía por base un peñasco batido por las olas del mar que lo rodeaban en toda su extensión, que estaba edificada a modo de faro, de altura elevada y de admirable y magnifica labor. Obra maravillosa según Estrabón, que la comparaba con el mítico Faro de Alejandría.
Estrabón nos dice que servía de faro a los navegantes y le llamaba <<Kaipíõnos Pýrgos>>, mientras que Mela le llamaba <<Monumentum Cæpionis>> situándola también sobre un peñasco más que sobre una isla.
Algunos piensan que fue erigida por los de Carteya, bajo la dirección de un capitán focense llamado Capión. Otros, tal vez con mayor acierto se lo atribuyen a Quinto Servilius Cepión, cónsul romano en 140-139 antes de nuestra era.
La mayoría de los historiadores que se han ocupado de hablar sobre esta torre o faro, sitúan su asentamiento en el actual paraje de Salmedina por ser la única roca sobresaliente en la actualidad en las proximidades de la desembocadura del río Guadalquivir. Sin embargo, no debemos desdeñar otras hipótesis.
Según algunos, pudo haber estado en el lugar que ocupa hoy en día el Santuario de Regla. Según otros, frente a nuestra costa donde existe una piedra sumergida llamada “Sietebrazas”, conocida así porque dicha piedra está situada en un paraje que en el siglo pasado tenía siete brazas de agua, (aproximadamente 12 metros), pero que actualmente sólo tiene seis metros de profundidad.
Esta piedra es como una aguja en medio de una amplia zona de fondo llano. En esta costa, donde no existe ninguna cadena montañosa que se interne en el mar, resulta inconcebible la existencia de la citada aguja rocosa.
Además algunos aseguran, que tras inmersiones submarinas en este lugar comprobaron que la citada piedra es una construcción de ladrillos, dato que sería interesantísimo verificar a la hora de situar la ubicación de dicha torre.
El arqueólogo alemán Adolf Schulten también buscó los cimientos de la torre-faro de Cæpión en el bajo de Salmedina, que emerge en bajamar, y donde por quedar en seco, le hubiera sido relativamente fácil encontrarlos de haber quedado aún algunos restos allí.
En la Historia de España de D. Ramón Menéndez Pidal se menciona que <<el más nombrado de los faros, la Turris Cæpionis, en la desembocadura del Guadalquivir, apenas ha dejado otro recuerdo que el nombre de su constructor, Cæpio, conservado en la actual Chipiona.>>
Haciendo uso de las referencias históricas de la antigüedad, podemos ver como en nuestra costa se fue sucediendo a través de los tiempos y de unos pueblos a otros, la necesidad de construirse esta torre o faro.
Así vemos como en la “Ora Marítima” de Avieno en uno de sus versos nos dice: <<Se alza después el Monte Cassio, y por él se llamó antiguamente en lengua griega casitero al estaño; luego se encuentra el Cabo del Templo, y a lo lejos está la fortaleza de Gerión, que tiene un nombre antiguo de la Grecia; pues oímos decir que por ella fue llamada en otro tiempo Geriona.>>
El geógrafo Estrabón nos dice en su geografía: <<La fortaleza de Gerión y el templo están separados por el mar, según he dicho antes. Las aguas del golfo pasan entre ellos, rodeando al segundo>>.
Y: <<...también se alza la Torre de Cepión sobre unas rocas batidas por las olas, construida de manera admirable, como el faro, para la salvación de los navegantes: pues los aluviones arrastrados por el río forman bajíos y el espacio situado delante está repleto de escollos, de manera que era necesaria una señal bien visible.>>
El Obispo de Avranches, Sr. Huet, en su libro: “Historia del Comercio y Navegación de los Antiguos" nos habla también de ello << Los fenicios frecuentaron el estrecho y embocadura del Betis. Su principal comercio había perseverado constantemente en Cádiz y en la embocadura del Betis, donde estaba el antiguo Tarsis, y esto les había obligado a levantar en el mismo sitio un faro para la seguridad de la navegación>>.
A pesar de la constante de este problema, no se vuelve a saber nada, o al menos no tenemos noticias sobre estas torres o faros hasta finales del siglo XVI (1587-1588) en que por orden del Rey D. Felipe II se intentó fabricar en las cercanías de la desembocadura del río una torre, llamada “Torre de Modelón”, por el duque don Alonso VII frente a la Grajuela, en la otra banda del río, en lo que hoy es la Torre de San Jacinto, en la punta o cabo llamado entonces de Modelón. Servía esta torre en aquel lugar como de fanal o atalaya para descubrir el mar y defender su entrada.
Juan Luís Naval Molero Cronista Oficial de la Villa de Chipiona.
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