Es frecuente ver actuaciones en el arbolado viario que no pasan desapercibidas. Es obvio que los que actúan sobre los árboles con instrumental y con medios mecánicos y auxiliares son los podadores. Los podadores tienen una gran responsabilidad porque los efectos negativos de una mala actuación, pueden tardar años en manifestarse, pero están ahí, latentes. Cuando empezamos a tocar un árbol, estamos iniciando un proceso irreversible. La Naturaleza empezará su defensa y buscará salidas y opciones para compensar el daño. La poda como la que aparece en la foto de melias, (Melia azederach) provoca una estimulación en el crecimiento y desarrollo del sistema radicular que provoca el abombamiento y quiebra del pavimento. Posteriormente para completar el efecto de una “inadecuada poda”, se realiza un recorte “brutal” de las raíces superficiales que desequilibra el árbol. Cuando se planta un árbol de porte grande como la melia en una calle peatonal de 11 metros de ancho y a 3 metros de una fachada, el problema está garantizado, es cuestión de tiempo.