https://youtu.be/4lDPbPNpdBc
Este libro ANONIMOS INFINITOS que acaba de publicar Marina Bernal tiene una historia curiosa y llena de magia, le llegó sin saberlo.
Sí, fue de verdad inesperado. Creo que es la primera vez que alguien publica un libro sin tener ni idea. Ha sido una sorpresa, un regalo para mí y para mucha gente. Tiene casi trescientas historias, todas reales, y todos esos protagonistas al enterarse de que estaban en el libro se han emocionado.
Lo saben ellos pero nadie más, por eso son «Anónimos»...
Nunca identifico a las personas porque son historias de emociones y a veces reproduzco palabras literales. La gente se sorprende de ver escrito el relato de su vida, entonces ven esperanza y alegría, incluso con situaciones dolorosas.
...Y son «infinitos».
Son historias de la vida y la vida no se acaba nunca. Normalmente suelo escribir uno o incluso dos relatos al día. Toco muchos temas, de todas las edades, los miedos de afrontar una relación entre personas del mismo sexo, historias de igualdad...
Hay un relato en que dos hombres están charlando de mujeres, pero de lo que ellas les hicieron sentir. Es una mirada diferente.
Intento demostrar otra perspectiva. Yo hablo muchísimo con hombres y están llenos de sentimientos también. El libro va sobre eso. El falso mito de que solo por amor sufre la mujer es desterrable, por amor sufren todas las personas. Los sentimientos no son patrimonio de las mujeres y que los hombres sean personas insensibles es totalmente falso. Eso se vio en una época de nuestro país, pero los hombres sufren muchas veces más por amor que las mujeres. Hay un gran problema en la sociedad actualmente, el de la comunicación: es una paradoja que en la época en la que puedes comunicarte con alguien de cualquier parte del mundo, parece que hay una barrera con las personas que te rodean. La gente se siente tremendamente sola por la falta de comunicación directa. Tenemos las tecnologías, pero la cercanía física y humana no se da.
Sorprende que tiene ocho prólogos. Amigos que sepan escribir no le faltan...
Los prologuistas son mejores que la escritora (risas).
¿Son microrrelatos por la premura del tiempo disponible, reflejo de la vida actual?
Creo que es porque mi mente está configurada en modo periodístico: busco lo esencial. Estoy acostumbrada a intentar contar mucho con pocas palabras y esa forma de escribir la he llevado a las redes sociales. Y he creado una red de seguidores con un clima de confianza tal que gente que no me conoce me cuenta cosas muy personales.
Se entrevé también su faceta de fotógrafa: sus textos son como disparos textuales.
Sí, es verdad, es como congelar un momento. Me gusta mucho escribir pinceladas de lo que rodea al protagonista, lo que sería el «atrezzo» que rodea a la fotografía.
¿Cuándo escribe?
Por la noche siempre. Ese era mi momento de desconexión, lo hacía como forma de relajación. Aunque a veces entro en un bar y escribo. Yo digo que las historias me van buscando a mí.
En una sobre la lotería de Navidad titulada «¿Y si seguimos perdiendo?», dice que «si ganamos, dejaremos de soñar». ¿Sigue soñando o prefiere ganar?
Yo, siempre soñando, soy soñadora nata. Me gusta la vida tal y como es porque siempre veo algo positivo. Tienes dos opciones: quejarte cuando van las cosas mal o fijarte en las cosas que van bien. Soy muy constante y por eso las historias no se han interrumpido, pero nunca pensé que el fin era escribir un libro.
Pese a su faceta comunicativa, asegura que prefiere escuchar que contar.
Los relatos he podido escribirlos por mi pasión por escuchar. Soy bastante habladora pero prefiero siempre escuchar.
Ha acuñado un término: el «sincericidio». Lo cometen esas personas que confunden ser sincero con decir todo lo que les te pasa por la cabeza, aunque sea verdad.
Yo pienso que la verdad no tiene que hacer daño. Si tienes que elegir entre decir la verdad y causar un gran daño es mejor callarse. Esa palabra la utilizó un amiga que también es periodista y me pareció maravillosa porque escudarte en la verdad no puede ser una excusa para ir haciendo daño. O te callas, o buscas otra vía para contarlo.
Eso no se cultiva hoy, hay mucho «sincericida» suelto. ¿Se ha topado con muchos?
Sí. Por eso hoy día hay tantas frustraciones. La gente no va pensando en los demás, primero piensan en sí mismos. En general, hay una gran mayoría que no está contenta con su vida y a lo mejor hay que hacer un poco de autocrítica.
Foto. Manuel Olmedo