Se reedita el libro “Como llora Sevilla”, del padre Cué
Ha vuelto un clásico de la Semana Santa de Sevilla, si es que alguna vez se fue, porque -aun con intervalos editoriales varios- nunca dejó de estar en la memoria colectiva cofrade y como referencia imprescindible de la mejor narrativa y poemario sobre la Semana Santa. La editorial Sevillapress lo acaba de lanzar, colocándolo en su 17 edición. Seguramente sin premeditarlo para las difíciles circunstancias que vivimos, no cabe duda de que ha puesto en las manos de todos la gran ocasión para evocar a las cofradías en la calle justo el año en que no las veremos. Y paradojas de la historia: Ramón Cué, el jesuita que en 1947 necesitó de un grupo de cicerones universitarios que le llevaran hasta las entrañas de la Semana Santa sevillana, se convierte en 2020 en nuestro mejor guía para recorrerla por sus doradas y magníficas páginas.
No me cabe duda de que es el gran bestseller de la Semana Santa de Sevilla. Hubo otros casos muy próximos a este auténtico superventas, como el libro de otro sacerdote, el padre Federico Gutiérrez; pero ninguno elevado a la categoría literaria del que escribió el padre Cué, ni tampoco tan rodeado de la leyenda de su origen ni de su envoltura que yo llamaría hasta romántica, con la hermosa historia del cura que vino de México, y se encontró con los cinco estudiantes que lo acercaron estratégicamente hasta donde fue maravillándose con la Semana Santa de Sevilla, al punto en el que llegó a prometerles escribir un libro sobre su experiencia. Era 1947 y sus cinco acompañantes, ya todos fallecidos como también el padre Cué, fueron Manuel Ferrand, Carlos Acedo, Julio Martínez de Velasco, Juan Delgado Alba y Joaquín González Moreno. Desde esa reunión fortuita se fue tramando “Como llora Sevilla”, una obra tan sencilla en sus palabras como grande en su contenido. Y que conste que considero en Cué la sencillez literaria como una difícil capacidad de muy pocos. En realidad, la sencillez era su estilo y gracias a ella tomaba el camino más rápido para impactar a sus lectores y a su audiencia. Yo mismo le seguí en los años 80 por los quinarios que predicó en Sevilla: el del Cristo del Amor -memorable en la escena con diálogos de los dos ladrones crucificados junto a Cristo-, el de la Hermandad de la Redención en el beso de Judas y el de la Hermandad de Montesión. Como pueden suponer, fueron homilías que abarrotaron los respectivos templos de gente ansiosa por escuchar en persona al padre Cué.
“Como llora Sevilla” es un texto que camina ya junto a otros, pues Sevillapress lo ha adornado deliciosamente por las anécdotas, como ya lo hiciera en su libro de hace algunos años Julio Martínez de Velasco, el último superviviente del grupo, que dejó sus personales testimonios en “La Semana Santa del Padre Cué”. Y así lo ha entendido ahora y con total acierto la editora Sevillapress, no en vano bajo el buen criterio y dirección de un periodista de la veteranía de Miguel Gallardo. Por eso hace la aportación renovada del clásico de siempre remozándolo con la visión actual de interesantes prologuistas como Isabel Fayos, Luis Carlos Peris, Francisco Correal, Fran López de Paz, Enrique Casellas , Fernando Iwasaki e incluso el mismísimo Miguel Gallardo, entre otros. Y dota a la obra de algo que nunca tuvo desde su edición original hasta la última que se produjo en 1990 por Rodríguez Castillejo: ese elemento tan consustancial a las publicaciones cofrades, lo gráfico, que Gallardo pone en manos y cámaras expertas del prestigio indiscutible de Fernando Salazar y Ángel Bajuelo, quienes tantas veces han sido nada menos que los autores de carteles anunciadores de nuestra Semana Santa, además de ganadores de los mejores premios de fotografía. En este concreto apartado fotográfico, es de agradecer la fidelidad de Sevillapress a mantener en la nueva portada de esta edición el rostro de La Macarena, una constante desde la primera edición como imagen invariable, representativa y universal del llanto de Sevilla.
Realmente se ha vuelto a hacer el libro de siempre, pero mejor que nunca. Una joya bibliográfica. Porque tampoco ha olvidado incluir cierto carácter reparador de la injusticia que se cometió durante décadas por el Consejo de Cofradías al no designar a Ramón Cué como pregonero oficial de la Semana Santa de Sevilla. Se le concedió un premio de consolación al ser nombrado pregonero de las Glorias de 1989, de cuya pieza oratoria y como si fuera el otro hemisferio de las emociones de la ciudad, salió su libro “Como sonríe Sevilla”. Pero en honor a la verdad, el Consejo, salvo excepciones, se ha pasado la vida nombrando pregoneros de los que nadie recuerda un solo párrafo -no ya ahora, sino en cuanto llegaba el Domingo de Ramos de la Semana Santa que mal pregonaron-. El Consejo, entre enchufes y amiguismos, además de equivocado en criterios de selección, ha deducido en tantísimas ocasiones que la sala de un tribunal o la de la Audiencia es lo mismo que un escenario, pero un escenario no es el hábitat de los abogados, los jueces o los médicos, sino el de los artistas, emocionalmente hablando, no profesionalmente. Antonio Rodríguez-Buzón fue eso que en Sevilla llamamos “un artista”. Lo mismo que lo fueron Joaquín Romero Murube, José Luis Garrido Bustamante, Joaquín Caro Romero, Carlos Herrera, Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp o Rafael González Serna. Y también el padre Cué. Por eso, por parte de la editorial, se denomina ahora a “Como llora Sevilla” -y con razón- “el pregón que se perdió Sevilla”, a costa (esto lo digo yo) de soportar una y otra vez eso que, también en Sevilla y de toda la vida, llamamos un tostón.
Hay en esta 17 edición de “Como llora Sevilla” una clara intención de posteridad, de entrega definitiva que sirva de valiosa consulta para generaciones posteriores que deseen saber todos los datos complementarios en torno a esta obra literaria, que Sevillapress Ediciones se ha tomado al mejor nivel de investigación. De ahí el haber añadido la completa biografía del padre Cué, o revelar el fin último al que aspiró su autor para escribir “Como llora Sevilla”: contar la Semana Santa de Sevilla, en aquel año de 1948 de su primera edición, a quienes no eran de Sevilla. Sin embargo, el cura mexicano se encontró con el efecto-afecto totalmente inesperado de los sevillanos. Y no digamos de los costaleros, entonces profesionales, a quienes dignificó gracias a un capítulo que les dedicó. Me atrevería a decir que desde allí partió en su origen más remoto la llegada, muchos años después -en 1973 y con la Hermandad de Los Estudiantes-, de los hermanos costaleros.
Por último, y en su afán por no desaprovechar esta ocasión editorial incomparable con las anteriores, Sevillapress Ediciones ha puesto cuidado en no dejarse atrás ni lo anecdótico ni lo relevante, como partes de un todo que explique para siempre el largo alcance temporal de una obra única de por sí, pero ya forzosamente imprescindible en este concreto e inigualable volumen que ha visto la luz en el difícil año 2020, cuando más necesitaremos cogernos a la mano del padre Cué para que nos enseñe ahora él -¡qué cosas del destino!- la Semana Santa de Sevilla.
El libro está ya disponible en Amazon, en libros.cc, y en el correo comollorasevilla@gmail.com.