En las ciudades que no tienen largos períodos de lluvias, no se suele prestar la adecuada atención a los baches en acerados y calzadas. Los carriles bici se han convertido en un punto negro de la trama urbana, en charcos en los pasos de peatones al no haber instalado rejillas que permitan recoger el agua que se acumula en la depresión.