En mi permanencia en Edimburgo, paseando en los jardines de Princes Street nos llamó la atención, una escultura con un soldado y un Oso que según nos contaron algunos conocidos edimburgueses, era un Oso soldado y su cuidador, que durante siglo han participado en guerras y conflictos creados por humanos.
Se trata de una estatua de un soldado con un oso, que está a nivel del suelo, y son de tamaño natural, de procedencia polaca y muy querido por los escoceses cuenta con una interesante historia a pesar de ser un oso que fumaba y bebía como un cosaco, y detrás hay un bajorrelieve que homenajea a los soldados polacos que combatieron bajo la bandera Inglés en la Segunda Guerra Mundial. En inglés y en polaco está escrita una inscripción que dice “en homenaje a los soldados polacos que combatieron por su libertad y por la nuestra”, algo paradójico, ya que los soldados polacos que tras la derrota de octubre de 1939 consiguieron huir, combatieron primero en el ejército francés, y tras ser derrotado éste, en el británico, sólo para ser traicionados por éstos cuando se descubrieron las fosas de Katyn, y los británicos prefirieron las buenas relaciones con Stalin al gobierno polaco en el exilio del general Sikorski, el cual fue asesinado en Gibraltar y sustituido por políticos polacos afines a Stalin, que desde luego no llevaron precisamente la libertad a Polonia.
Fue un oso pardo adoptado por los soldados de la 22° Compañía de Suministros de Artillería, Segundo Cuerpo polaco, del ejército polaco durante la Segunda Guerra Mundial, alistado como soldado y que alcanzó el grado de sargento por méritos de guerra. Además, el osezno compartía su mismo nombre: Wojtek, un diminutivo de Wojciech, que significa “guerrero sonriente”
Según contó Wojciech Narebski, teniente coronel del Ejército polaco, veterano de la campaña de Italia, incluida la batalla de Montecassino, mientras los polacos estaban acarreando el material en mulas, Wojtek se paró sobre ambas patas traseras y comenzó a cargar las cajas de material con las patas delanteras, dando a entender que él podía hacerse cargo del trabajo. Los soldados, para facilitarle la labor, le ataron una caja al lomo.
El oso continuó con el trabajo de cargar suministros hasta que finalizó la batalla de Bolonia el 21 de abril de 1945, que también marcaría el fin de la resistencia fascista en Italia.
Una vez finalizada la contienda, los soldados polacos se trasladaron a Gran Bretaña y al llegar a Glasgow, Escocia, Wojtek fue recibido como todo un héroe, mientras la gente le llamaba el “oso soldado”.
Sin embargo, con el fin de la guerra también la 22 Compañía de Suministros de Artillería se deshizo, y llegó el momento de decir adiós a Wojtek quien, obligado por las autoridades inglesas y polacas, no pudo ser liberado en los bosques y tuvo que ser enviado al zoológico de Wingfield Park, en Edimburgo.
Con toda una vida en la guerra, el oso Wojtek se jubiló con el grado de sargento y el honorífico de teniente. Aunque sus compañeros de armas le daban visitas cada tanto, la tranquilidad y la vida monótona que llevó después de la Segunda Guerra Mundial acabó por desanimar hasta que murió en 1963, a los 22 años de edad, por causas naturales.
Tras su muerte, se le rindió honores como a un verdadero héroe de guerra en una ceremonia a la que asistieron muchos de sus compañeros del batallón.
Foto José Antonio Rendón Arteaga