Francisco Correal en estado puro
Sevilla, Semana Santa, Cuaresma. Triunvirato de la razón y de la sinrazón, de lo inexplicable explicado en palabras que adquieren nuevos significados según se vuelcan en el papel y empapan cada una de la fotografías que el dueto oligárquico de la imagen sevillana, Salazar- Bajuelo, regalan a la obra que Francisco Correal, flamante galardonado con la Medalla Ciudad de Sevilla, y Miguel Gallardo periodista y editor, consiguen lucir como el texto y su iconografía se merecen.
Otro regalo de Sevilla Press para la Semana Santa e Sevilla, fruto de consumo en fechas que prologan la Semana Santa y que perdura en las cámaras frigoríficas de la memoria para ser rescatado en cualquier época de la año. Habitante impenitente de las mesillas de noche, calma los anhelos del cofrade y exhibe, como nunca, el “correalismo”, un tipo de arte que “Paquiño” destila como solo él sabe hacer.
A veces he imaginado cómo el autor enfrentaría cualquiera de mis libros, y estoy seguro que les sacaría más punta que un servidor, enlazando mi fecha de nacimiento con la de Pablo Borrallo, el insigne prologuista del que tanto tenemos todos que aprender, o con la cosecha en la surgieron mis brotes a la vida, aquel año de 1975 que tanta tinta ha derramado. Paco Correal escribe para hacerse escuchar y deja la mancha de un estilo tan atractivo como personal y peculiar. Miguel Gallardo, adelantado idealista, aprovecha el buen producto de tan exuberante fuente para lograr hilar una obra duradera con los artículos de su admirado compañero de profesión, saciando la sed de incienso del lector nervioso y poco templado, recordando que todo se acerca y termina para volver a ser tachado con cruces rojas en el almanaque imaginario de la memoria colectiva.
Interesantes historias cuya lectura conmueve y a la vez suscita el interés por la siguiente entrega. Manuales de Historia en forma de historias de manual, personajes inolvidables olvidados y a la vez rescatados por la epístola, sucesos trascendentes separados de la intrascendencia, milagroso hilvanado de hilos inconexos en el tejido de la conexión perfecta, y el hilo conductor de siete días que son en realidad ocho con la venia del mismísimos Caballero Bonald.
Si Rafael de Cózar pudiera acudir a censurar esta humilde reseña en la que animo a todos los lectores a hacerse con un ejemplar, me reñiría a buen seguro, porque Sevilla no es que siga llorando: Sevilla nunca dejará de llorar.
Francisco Javier Torres Gómez