Una de las recetas más sencillas de la cocina española alcanza su mejor expresión en el Centro de la capital andaluza.
9 marzo, 2024
M. M.
La mejor tortilla de patatas de Sevilla se sirve en un bar con una feroz competencia. Porque no solo ponen bien ese plato. Su flamenquín XXXL o su pollo frito son un secreto a voces para los entendidos en las cosas de comer.
La receta de la tortilla de patatas no puede ser más simple: aceite, patatas y sal. Con esos tres elementos -no se quiere aquí generar un conflicto entre sincebollistas y concebollistas- se puede hacer una maravilla como la que sirven en la plaza de San Andrés.
Sin embargo, nadie llama a la plaza San Andrés. Ni tampoco la gente suele referirse a este bar a él como el de las mejores tortillas. Casi todo el mundo conoce a es plaza con el nombre del restaurante. Así de famoso es.
Porque la mejor tortilla de patatas de Sevilla se sirve en Santa Marta, el bar que, en realidad, está en San Andrés y en el que, en realidad, casi todo el mundo conoce por su enorme flamenquín, de los más grandes de España.
Tortilla clásica
Su tortilla no tiene inventos ni moderneces. Llevan décadas haciéndola igual. Buenos ingredientes y su punto exacto de cocción. Ni deshecha ni seca.
La ponen por cuñas con una de las cervezas mejor tiradas del Centro de Sevilla, además en copa, no en vaso.
La receta de la mejor tortilla de Sevilla no tiene cebolla. Pero sí tiene un sabor inigualable. Y una carta llena de otras opciones por si no basta con ese manjar. Además de los flamenquines, hacen muy ricos el pollo frito y la ensaladilla.
Tortilla y azahar
En el bar Santa Marta, además de vender la mejor tortilla de Sevilla, tienen una ubicación inmejorable. La plaza donde se ubica es un remanso de paz que tiene a un paso la Campana o la plaza de la Gavidia. En un salto se está en la Alameda, la parte más canalla de la ciudad.
Pero es que además, ahora en primavera, Santa Marta tiene un extra más allá de su tortilla: el azahar. En estas semanas de final de invierno y llegada de la primavera los naranjos de la plaza florecen.
El espectáculo está en el plato con la tortilla pero también en el aire con el olor del azahar. Un clásico de Sevilla que, aunque tiene un público mixto de locales y visitantes, mantiene la esencia de lo que ha sido en las últimas décadas.