De Cortegana a Chipiona pasando por México
Historia. Pablo Borrallo ha escrito un libro sobre Pedro Romero de Terreros, primer conde de Regla, nacido en 1710 y que llegó a México a trabajar con su tío y extender la devoción a la Virgen de Regla
Francisco Correal
18 de septiembre 2024 - 07:00
El subtítulo invita a sumergirse en la lectura de este libro: La apasionante historia del hombre más rico del mundo en el siglo XVIII. El autor es Pablo Borrallo (Cortegana, Huelva, 1981) y el personaje en cuestión, que da título a la obra editada por SevillaPress, es El conde de Regla. Junto al libro Regla de Chipiona, obra del periodista y editor de SevillaPress Miguel Gallardo, los dos fueron presentados en el Santuario Santa María de Regla, en presencia del alcalde de Chipiona, Luis Mario Aparcero.
Históricamente, las provincias de Huelva y Cádiz han estado incomunicadas. Por eso Colón saldría de Palos de la Frontera y Magallanes de Sanlúcar de Barrameda, como si llegar a América o a las islas de las Especias fuera más sencillo que alcanzar las costas de la provincia vecina. Aunque entonces no eran provincias como tales según las diseñara siglos más tarde Javier de Burgos. Y ya de la relación por carretera ni hablamos. Un centralismo por imperativo categórico: Cádiz y Huelva necesitan ambas de Sevilla para comunicarse.
Pedro Fernández de Terreros, primer Conde de Regla, encontró un atajo inusitado entre esos dos territorios. Unió para sus descendientes, estudiosos y los que ahora empiezan a conocer su impresionante legado las localidades de Cortegana, en la sierra de Huelva, y Chipiona, en la costa gaditana, a través de México. En su biografía leemos que Pedro Fernández de Terreros nació en Cortegana en 1710 y murió en la ciudad mexicana de Huasca de Ocampo en 1781, ocho años antes de la Revolución Francesa.
El libro es una alianza entre esas dos localidades. El autor, Pablo Borrallo, nació en Cortegana, aunque es sevillano adoptivo: doctor por la Universidad, investigador, vocal de Geografía e Historia del Ateneo de Sevilla. El libro cuenta con los epílogos de dos investigadores chipioneros: Anabel Cerpa, licenciada en Filología Hispánica, ha estudiado desde hace años la relación entre Chipiona y México, y en ésas dio con la personalidad del primer Conde de Regla; Juan Francisco Lorenzo investiga desde hace años la devoción a la Virgen de Regla en todo el mundo.
Pedro Romero de Terreros nace en Cortegana en una familia de hidalgos rurales. Es el quinto hijo y sus padres habían previsto que hiciera la carrera para ser sacerdote. Le cogió estudiando en Salamanca la llamada de un tío suyo, Juan Vázquez de Terreros, hermano de su madre, que dos años antes del nacimiento de su sobrino se había instalado en Santiago de Querétaro en 1708. Su salud empezó a flaquear, primero fueron dos sobrinos, pero uno se metió a fraile y en el otro no confiaba mucho su tío. De ahí la demanda que cambiará la vida de Pedro Romero de Terreros. Aunque en Cortegana el conde de Regla tiene una calle desde 1949, mucho antes un barrio y una calle de México D.F. llevan su nombre.
Su vida siempre estuvo marcada por la devoción a la Virgen de Regla. El barco en el que parte hacia América era una fragata de tercera clase llamada Nuestra Señora de Regla, que llegará a Nueva España (México) en 1729. La fragata estuvo a punto de naufragar entre Madeira y las Azores y el de Cortegana, que se encomendó a la titular de la embarcación (y de Chipiona), fue uno de los supervivientes. Como llegaron a buen puerto, cuando el rey Carlos III lo distingue con un título nobiliario elige el del condado de Regla. Sus avatares son propios de ese personaje de Álvaro Mutis, el protagonista de su trilogía Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero.
Muchas fueron las empresas y tribulaciones por la que pasó el primer conde de Regla. Primero fue empleado de su tío, que lo tuvo hospedado durante tres años. Cuando tiene 25 años, fallece su tío y benefactor; también muere su hermano Francisco en Veracruz, cuando estaba a punto de embarcar rumbo a España. No se arredra por tanto infortunio y con el socio Bustamante Bustillo forma una sociedad minera, la actividad que lo convertiría en uno de los hombres más ricos del siglo de las Luces. Una fortuna que no le impidió dedicar una quinta parte de sus ganancias a fundar tres instituciones, un Monte de Piedad, una Casa de Huérfanos y un Hospicio de Pobres, pensando en los más desfavorecidos.
Empezó a explotar las vetas Vizcaína y Bonanza en el entorno de Querétaro, población vinculada al fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo (protagonista de la novela de Fernando del Paso Noticias del Imperio) y a los cuatro goles de Butragueño a Dinamarca en el Mundial de México 1986. Pero ésas eran otras minas.
En 1756 se casa con una descendiente del emperador Moctezuma y por ahí se entronca con la nobleza. Recién llegado a México, la primera gestión que le encomendó su tío fue el envío a Cortegana de un importante legado de plata que salió del puerto de Veracruz. 140 kilos para sus paisanos. El primer conde de Regla mantuvo esa generosidad para sus paisanos. En México se convirtió en un personaje: sucesivamente, según la investigación de Pablo Borrallo en diferentes archivos, ocupó los puestos de Regidor, Alcalde ordinario, Alférez Real y Alguacil Mayor, todos en la población de Santiago de Querétaro.
Si el barco en el que sale de Sanlúcar de Barrameda llevaba el nombre de la patrona de Chipiona, cuando empieza a rentabilizar sus inversiones adquiere ocho haciendas a las que llamará Haciendas de Regla. En una de ellas se rodó la versión moderna de El Zorro protagonizada por Antonio Banderas, en otras se alojaron personajes como Frida Kahlo, Diego Rivera o Leon Trotsky. Con la pena de haber conocido la muerte de su primo fray Alonso a manos de los apaches y los fallecimientos repentinos de su esposa y una de sus hijas, el primer conde de Regla murió de pulmonía el 27 de noviembre de 1781 en su hacienda de San Miguel de Regla.
Juan Francisco Lorenzo lleva un cuarto de siglo investigando la devoción a la Virgen de Regla por todo el mundo, con presencia en los cinco continentes y casos curiosos como el de Cuba, donde hay una población que lleva el nombre de Regla, o la población filipina de Opón, actual Lapu-Lapu City, en la isla de Cebú, que lleva el nombre del indígena que acabó con la vida de Magallanes. Anabel Cerpa cuenta que Pedro Romero de Terreros llegó a tener tal fortuna que era conocido como “el rey de la Plata”. Le prestó dinero a Carlos III, llegó a comprar los palacios de Hernán Cortés y regaló un navío a la Corona española.
El libro lleva una introducción de Fray Juan José Mejías Rodríguez, rector del Santuario de Regla en Chipiona, que asistió a la presentación de las dos obras. Jaime Rincón-Gallardo Ortiz es un joven residente en México que por cesión de su abuelo ostenta el título de noveno conde de Regla. Vino desde el país en el que se estableció su antepasado, el fallido sacerdote de las aulas salmantinas, visitó Cortegana y Chipiona, la localidad natal del conde y la cuna de la titular de su devoción. Este joven aristócrata trabaja en una firma francesa de cazador de talentos y tiene una empresa de importación. En Chipiona aprovechó para visitar el museo Rocío Jurado y llevarse vino moscatel. En una entrevista a Juan Mellado, de Radio Televisión Municipal de Chipiona, que se publica en el libro, confía en que la Armada Española recupere la tradición de tener un buque con el nombre de Virgen de Regla, como el que combatió en la batalla de Trafalgar a la que Galdós dedicó uno de sus Episodios Nacionales.