Antonio Rendón . El próximo 22 de octubre, la Iglesia celebra la festividad de San Juan Pablo II, una fecha que conmemora el inicio de su pontificado en 1978 y que invita a revivir el legado espiritual, humano y pastoral de quien proclamó con firmeza su célebre mensaje:
«¡No tengáis miedo! ¡Abrid de par en par las puertas a Cristo!».
San Juan Pablo II dejó una huella profunda en la historia reciente de la Iglesia y también en la memoria de Sevilla. Su primera visita a la ciudad hispalense tuvo lugar el 5 de noviembre de 1982, con motivo de un acontecimiento eclesial de extraordinaria relevancia: la beatificación de Sor Ángela de la Cruz, fundadora de las Hermanas de la Cruz. En aquella jornada, alrededor de un millón de personas se congregaron en el recinto ferial para participar en la histórica ceremonia presidida por el Santo Padre.
El Papa volvería a pisar tierras sevillanas en 1993, durante el Congreso Eucarístico Internacional, ocasión en la que visitó la Santa Iglesia Catedral de Sevilla. Allí, con profunda devoción, se arrodilló ante la Virgen de los Reyes —Patrona de la Archidiócesis— y oró ante el cuerpo incorrupto de San Fernando, rey y santo protector de la ciudad.
Entre las estampas imborrables que dejó su presencia, destaca la icónica imagen de San Juan Pablo II en el balcón de la Giralda, saludando con entusiasmo a una multitud emocionada que lo aclamaba con fervor.
A más de cuatro décadas de aquella primera visita, Sevilla conserva con gratitud y orgullo el recuerdo de un Pontífice que marcó una época y cuyo ejemplo sigue iluminando a generaciones de fieles con su testimonio de fe, esperanza y amor a Cristo.