
El Guadalquivir es el quinto río por extensión de la península ibérica. Nace en la Sierra de Cazorla (Jaén) y discurre por las provincias de Jaén, Cordoba y Sevilla hasta llegar a su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda (Cadiz). Su nombre deriva del árabe wadi al- Kabir (río grande), mientras que los romanos lo llamaron Betis.
El Guadalquivir es el río andaluz por excelencia. Cuando hablamos de él, lógicamente pensamos en aguas tranquilas y no muy limpias, en algún lugar de su curso bajo como son Córdoba o Sevilla; pero cerca de su nacimiento, en Jaén, esa visión del río cambia radicalmente. Emerge siendo una maraña de manantiales que brotan aquí y allá, manando de las capas freáticas del subsuelo y que pronto se unen para descender vertiginosamente salvando los desniveles que la naturaleza le impone a su paso. Nace en la Sierra de Cazorla (Jaén) y discurre por las provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla, llegando hasta Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) donde desemboca formando un amplío estuario compartido con la provincia de Huelva. Su nombre deriva del árabe wadi al- Kabir, que venía a significar río grande. En época romana fue llamado río Betis. Sus aguas han visto pasar algunas de las civilizaciones que han determinado el curso histórico de España; Fenicios, Tartesos, Íberos, Romanos y Árabes han sido alguno de estos pueblos que ha lo largo de su curso han ido dejando huella.
Es el quinto río por extensión de la península ibérica, con una cuenca de 56.978 kilómetros cuadrados y una longitud de quinientos sesenta kilómetros. Su cuenca hidrográfica comprende territorios de las ocho provincias andaluzas, así como algunas comarcas de Murcia, Albacete, Ciudad Real y Badajoz; creando entre la capital andaluza y el estuario una amplia zona húmeda conocida como las marismas del Guadalquivir.
Es el único río de España con un tráfico fluvial significativo. A pesar de que en la actualidad sólo es navegable desde el mar hasta Sevilla, en tiempos de los romanos era navegable hasta Córdoba y en momentos de crecidas las naves podían llegar hasta Andújar. Su curso alto comienza a unos mil trescientos cincuenta metros sobre el nivel del mar, en la Sierra de Cazorla, donde confluyen varios arroyos de curso intermitente en verano. Su nacimiento se encuentra en la Cañada de las Fuentes, término municipal de Quesada. Antes de que el río parta desde este, su manantial, el Guadalquivir recibe aguas desde las zonas más altas de las Sierras de Cazorla y el Pozo. Aguas gélidas y cristalinas procedentes de los arroyos de Santo domingo, el Barranco de la Fuente y el Barranco de los Teatinos, las cuales tras un breve recorrido cruzando una pequeña cueva se unen al Guadalquivir en su extenso recorrido. Posteriormente pierde altura en la Cerrada del Utrero, pasando junto a Arroyo Frío (La Iruela) y cruzando el Puente del Hacha y la Herradura para bordear el cerro de Cabeza Rubia; remansándose nuevamente en el Pantano del Tranco de Beas. En este punto, su majestuosa travesía cambia radicalmente de sentido para dirigirse hacia el suroeste a través de la Sierra de las Villas; tras abandonar el Parque Natural se dirige hacia Andújar, atravesando Jaén y su campiña repleta de olivares, para continuar con su todavía largo discurrir hacia su desembocadura.
Con paso lento y sosegado, ya con aguas tranquilas muy lejos de aquellas torrenciales que nacían en la Sierra de Cazorla, discurre por ciudades de tal envergadura como son Córdoba y Sevilla. Tras su paso por Palma del Río (Córdoba) recibe las aguas del río Genil, su mayor afluente. Aquí el Guadalquivir enfila su camino, entrando ya en la provincia de Sevilla, la cual baña con innegable belleza. Sevilla, lugar donde el Guadalquivir cobra una mayor importancia y es que a fin de facilitar la navegación fluvial hasta su desembocadura, su cauce ha sido modificado por la acción del hombre construyéndose canales, esclusas y dragándose su fondo. Tras atravesar las poblaciones de Coria y La Puebla del Río, se divide en varios brazos y zonas semipantanosas llamadas las Marismas del Guadalquivir; desde donde se dirige a morir hacia al Océano Atlántico, junto a Sanlúcar de Barrameda y siempre bajo la hermosa presencia del Parque Nacional de Doñana.
El Guadalquivir es el río más importante de Andalucía y uno de los importantes de España, pero en Sevilla el Guadalquivir es algo más que un río. Es vida e historia de la ciudad y está presente en todas sus manifestaciones artísticas. Hay quien dice que Sevilla no es una ciudad, sino dos, y es que el Guadalquivir actúa como eje entre Sevilla y Triana , la otra orilla de Sevilla.
Como la mayoría de ríos españoles, el Guadalquivir tiene carácter torrencial, con un caudal que puede variar de uno a mil; es un rió que gracias a los sesenta embalses construidos en la cuenca ha sufrido una regulación importante, pero que debido a su escasísima pendiente en el curso bajo hacen que Sevilla esté sometida a la acción de las mareas. En su tramo final, el Guadalquivir más que de un río se trata de una ría, hecho que tiene consecuencias muy positivas para la ciudad: el Guadalquivir, a su paso por Sevilla, no sufre la reducción de los estiajes ya que las mareas provenientes de su desembocadura aseguran un volumen importante de agua, un proceso complejo con consecuencias positivas para el clima sevillano. Por otra parte la ría asegura una lámina de agua muy amplia, con efectos paisajísticos y lúdicos de gran interés.
Tras mencionar estos aspectos positivos que representan la "cara" del río no hay más remedio que citar aquellos que representan la "cruz", y que en Sevilla significan una larga y triste historia de inundaciones. Arriadas que a lo largo de la historia han suponido una pesadilla para la población sevillana, y es que cuando el río crecía las aguas alcanzaban cotas superiores a las del suelo urbano; inundaciones de tal envergadura que han servido para ilustras libros como: Historia crítica de las riadas y grandes avenidas del Guadalquivir, en el que se citan cincuenta y seis crecidas del Guadalquivir a su paso por Sevilla desde el año 1403 al 1800.
Debido a las históricas inundaciones y con el propósito de proteger a la ciudad de dichas crecidas, se han realizado importantes modificaciones a lo largo de los últimos cien años. A principios del siglo XX se realizó la Corta de Tablada, suprimiendo de esta forma varios codos del río y acortando el cauce en cuatro kilómetros, además permitió la construcción del nuevo muelle de Tablada y el puente levadizo de Alfonso XIII.
En 1948, el río histórico quedó cerrado por el llamado Tapón de Chapina, abriéndose un nuevo cauce desde Triana a San Juan de Aznalfarache. Posteriormente, en el año 1975, se abordaron las últimas obras de modificación del río Guadalquivir, la llamada Corta de La Cartuja.
La Corta de La Cartuja se trataba de un proyecto de defensa para la ciudad de Sevilla frente a los ataques del río Guadalquivir; proyecto cuya ejecución tuvo importantes consecuencias urbanísticas para Sevilla. Al norte de Sevilla, el Guadalquivir formaba una curva pronunciada en la que existía un muro de defensa de escasa fiabilidad para los ingenieros de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, ya que estaba construido con materiales de insuficiente calidad y a una profundidad de escasos quince metros. Lo cual suponía un peligro para la población sevillana.
El proyecto constó con un presupuesto de cerca de mil millones de pesetas, una cantidad muy importante para aquella época. Comprendía una "corta" en el río, sustituyendo el meandro de San Jerónimo y evitando el ataque frontal del Guadalquivir, a la vez que preveía la construcción de nuevos puentes y carreteras. Una de las principales consecuencias de dicho proyecto sería la aparición de cerca de quinientas hectáreas próximas a la capital, que dejarían de ser inundables.
La relación del Guadalquivir y la ciudad de Sevilla se expresa básicamente a través de sus puentes, y es que es realmente sorprendente como a lo largo de la historia han ido evolucionando los puentes de Sevilla. A pesar de que en gran parte, la ciudad de Sevilla debe su importancia
histórica a ser el último vado del Guadalquivir, durante siete siglos, desde el siglo XII al XIX, sólo ha dispuesto de un puente, el puente de barcas, que unía a la ciudad con el arrabal de Triana.
En 1852 se inaugura el puente de Isabel II, más conocido como puente de Triana. No sería hasta 1929 cuando llegara a la ciudad el segundo puente urbano, se trata del puente de Alfonso XIII, que fue construido con ocasión de la Exposición Hispanoamericana. Habrá que esperar a la culminación de la Guerra Civil para que se inaugurase un nuevo puente, el de San Telmo. A lo largo de ciento cuarenta años, el último puente construido sería el del Generalísimo (1968), llamado hoy día como puente de los Remedios.
Fue ya con motivo de la Exposición Universal de 1992 cuando la ciudad recibió un fuerte impulso económico, lo que supuso una medida de vital importancia para las comunicaciones sobre el río y construyéndose así seis nuevos puentes: el puente del Centenario, con altura suficiente para permitir el tráfico fluvial; el puente levadizo de Las Delicias, que sustituiría al antiguo puente de Alfonso XIII; el puente del Cristo de la Expiración; la pasarela peatonal de La Cartuja; el puente de La Barqueta y el puente del Alamillo, obra de Santiago Calatrava.
El "otro" nacimiento.
Desde la infancia se ha estudiado que el Guadalquivir nace en la sierra de Cazorla, concretamente en la Cañada de las Fuentes, pero según algunos estudiosos el río que desemboca en Sanlúcar de Barrameda sigue naciendo en territorio andaluz, pero varios centenares de kilómetros más al Este: en un lugar remoto de Andalucía donde se acercan hasta tocarse los límites de Almería, Granada y Murcia.
Siempre se ha considerado que el Guadiana Menor es el río que vierte sus aguas al Guadalquivir, pero algunos estudios recientes señalan que el Guadiana Menor mantiene realmente su cauce y que es el Guadalquivir un afluente suyo. Jesús Tejero, estudioso de la geografía andaluza, considera que el Guadiana Menor debería ser el auténtico río Guadalquivir, ya que en la confluencia Guadiana Menor- Guadalquivir, es el primero quien tiene mayor longitud y por tanto más jerarquía que el segundo, por lo que debería de haber conservado su nombre.
Este "otro nacimiento" del Guadalquivir, el más alejado de su desembocadura, se encuentra en el municipio de Vélez- Blanco. Se trata de un lugar, frecuentemente seco en la superficie, pero que oculta importante una corriente subterránea que aflora más adelante recibiendo el nombre de arroyo de la Cañada del Salar.

