Estimado Sr. Joaquín Hurtado Simón, Alcalde de Coria del Río:
Ante la celebración, un año más, del festejo denominado Toro de Coria en las fiestas de San Juan de dicha localidad, la Asociación para un Trato Ético con los Animales (ATEA) desea hacerle llegar nuestra más enérgica condena por lo que, en definitiva, no pasa de ser un burdo linchamiento público de un ser tan inocente como pueda serlo Vd. o nosotros mismos.
Una de las ideas que desde esta asociación procuramos transmitir de manera constante a la opinión pública, es la de que el dolor es siempre indeseable para quien lo percibe, independientemente de su edad, condición social, género o especie biológica. Esta idea, muy extendida en el resto de Europa, ha llevado al Gobierno a variar los criterios por los que, hasta ahora, se calificaban las fiestas de Interés Turístico Nacional. De ahora en adelante rechazará "aquellas solicitudes de declaración de Interés Turístico Nacional o Internacional referidas a fiestas (...) en las que directa o indirectamente se maltraten animales o personas". Sabemos que no tiene carácter retroactivo pero nos gustaría que reflexionase si al toro que va a ser martirizado y asesinado este 2006 le importa mucho cuándo se instauró esta fiesta, si al turista europeo no le seguirá pareciendo una brutalidad aunque sea una tradición del siglo XII. Nuestra sociedad ha cambiado mucho desde entonces y lo que en aquel momento parecería tan normal a su población, hoy en día sería inadmisible e incluso, en muchos casos, ilegal.
En este mundo que habitamos hay muchas situaciones que tras el título de tradición o cultura propia de un pueblo esconden una violencia extrema contra seres inocentes que no pueden elegir ser o no protagonistas de esa tradición: la mutilación genital femenina, la homofobia, la violencia doméstica, los niños soldados o el Toro de Coria. En este último caso y que ahora nos ocupa, la situación se agrava ya que parte del público son niños y jóvenes que contemplan directamente y con el beneplácito de sus mayores una situación de agresión masiva contra un inocente. Lo cual genera en ellos la sensación de que cualquiera puede violentar a los demás animales, humanos o no humanos, impunemente.
Por todo ello le invitamos a cuestionarse si realmente estas tradiciones basadas en el sufrimiento de un animal deben seguir contando con la participación de las autoridades locales y con su apoyo económico.
En espera de su respuesta, y agradeciendo de antemano su atención, reciba un cordial saludo de,