La última sequía provocó una marcada actitud de rechazo a la creación de nuevas zonas de pradera y césped. Esta actitud de rechazo ha tenido reflejo en las creaciones de nuevos parques donde el césped escasea o no está presente. Lo cierto es que un metro cuadrado de césped consume una cantidad importante de oxígeno, comparable a un metro cuadrado de vegetación en la selva amazónica. Lo cierto es que no se puede prescindir del tapiz verde en un parque y por esta razón se han utilizado multitud de nuevos tapizantes y cubresuelos, tratando de suplir o sustituir la falta de césped.
La producción de semillas cespitosas orientadas al bajo consumo de agua y al mínimo mantenimiento ha abierto un abanico de importantes posibilidades de utilización de céspedes especialmente en el sur y en el área mediterránea.
Es España el público exige a los mantenedores de zonas de pradera y de césped un perfecto estado del mismo, a diferencia de los países centroeuropeos donde la pradera parece que se mantiene «sola» y todo el mundo admite que durante el verano la pradera esté de color pajizo. Se llega a tal extremo que en la mayoría de los parques de estos países, las zonas de pradera no tienen un sistema de riego. Sólo los usos deportivos o intensivos justifican la instalación de un sistema automático de riego.
Hay que tener presente que la mayoría de ciudades españolas tienen un importante déficit hídrico que hace que los parques no tengan el adecuado nivel de humedad relativa.
Si no llueve hay que regar para elevar el grado de humedad de los parques. El ciudadano que pasea por el parque quiere respirar aire fresco y va al parque para combatir la sensación de sequedad que percibe en su pituitaria, provocada por la sequedad y la contaminación atmosférica. Las praderas y céspedes adecuadamente regados son unos excelentes soportes de la humedad ambiental.
El que los municipios y comunidades no tengan resuelto el problema del suministro del agua no puede justificar que no se pongan zonas de pradera y de césped. La utilización de agua de mar desalinizada y la utilización de aguas residuales recuperadas y tratadas adecuadamente, se presenta como una alternativa de futuro para poder mantener y conservar nuestros parques.