
Por los juzgados y tribunales desfila cada día, generalmente no de buen grado, una variopinta legión de personas que, con sus temores a cuestas, algunas también con su desenfado, dan lugar muchas veces a episodios que, pese a la sobriedad o a la solemnidad del marco, resultan de una irresistible jocosidad. No es raro que los profesionales del Derecho también se erijan, en ocasiones, en protagonistas de lances divertidos.
El libro "La sonrisa de la Justicia" acoge un puñado de esas anécdotas que ponen una pizca de sal en el severo ámbito en el que se administra Justicia, ocurrencias que en su momento tuvieron la virtud de distender situaciones difíciles o delicadas, y que ahora, arracimadas en un libro, pueden servir, en la paz de la lectura, para arrancar una sonrisa.
Pese a que todos los sucedidos se desarrollan en escenarios sevillanos, su posible localismo queda superado por el amplio alcance de la gracia, que vuela por encima de las fronteras y lo mismo puede hacer sonreír en Alcalá de Guadaira que en Alcalá de Henares.
Juan Camúñez Ruiz, autor de libro, nacido en Osuna (Sevilla) en 1932, cursó los estudios de Derecho en la Universidad de Sevilla.
Durante cuarenta y cinco años ha ejercido, con plena dedicación, la profesión de abogado en la capital hispalense. Su gusto por la anécdota le llevó a publicar, hace más de veinte años, La cara risueña de la Justicia, un libro hoy imposible de encontrar y cuyo contenido se integra en el presente. Títulos suyos son Escrito en el parque, La Justicia no es un cachondeo,
Yo, Señorón (remembranzas de un toro bravo), Las cosas de Juan Torres, El pintor iluminado (y veintitantos relatos más) y Memorias de un pensionista.

