Con la Encarnación pasa como con los comercios que creemos que están situados en un lugar privilegiado, creemos que lo tiene todo para triunfar, creemos que no va a tener ningún problema para asentarse y consolidarse por muchos años; pero que por un motivo u otro, al final no funciona y termina cerrando o cambiando de dueño; algo parecido ocurre con esta plaza que, aún teniendo un emplazamiento excepcional y estando situada en el centro geográfico del casco histórico de Sevilla, nunca acaba de tomar una forma y una personalidad definitiva, de asentarse en la vida cotidiana de la ciudad por sí misma, como por ejemplo han logrado la Plaza del Salvador o la del Duque.
La Encarnación es un conjunto de parcelas de muy diversa procedencia que, por distintos y diversos motivos, se han ido añadiendo y segregando para dar lugar al inmenso espacio que conocemos hoy y que, durante bastantes años, ha sido uno de los mayores solares vacíos dentro de un casco histórico existentes en Europa.
Son dos conventos femeninos de herencia renacentista los que dan origen a este inmenso espacio urbano. Al Norte, el Convento de Regina Angelorum, con su pequeña plazoleta medieval que aún hoy día puede distinguirse en las trazas irregulares de los edificios que conforman la esquina de la entrada a las instalaciones provisionales del mercado; al Sur, el Convento de la Encarnación, al que estaba asociado otra pequeña plazuela que ocuparía casi la mitad de la plaza que hoy día (bueno, desde 1973) podemos disfrutar.
Entre ambos conventos, dos grandes casas- palacio configuraban una manzana totalmente cerrada que, como se puede ver en el Plano de Olavide, apenas destacaba dentro de la trama urbana de la ciudad.
Dentro de los límites amurallados de Híspalis, el inmenso solar de la Encarnación es uno de los primeros lugares en ser poblados de la ciudad, tal y como pudimos ver en las excavaciones que se han realizado en los últimos años. Aunque a decir verdad, por el hecho de estar alejado del Foro y de los centros neurálgicos de la Sevilla romana, no es que fuera una zona de mucha importancia, más aún teniendo en cuenta que era la frontera mas septentrional de la ciudad.
Lo mismo pasaba en época musulmana; a pesar de ser una zona poblada e integrada dentro de los límites de Isbilya, no tenía apenas peso e importancia en la vida de la misma, siendo básicamente un barrio residencial. Tan sólo la proximidad del palacio taifa de Al- Mukarram, que se cree estaba ubicado más al Noreste, elevó la importancia residencial de la zona, que se consolidó definitivamente con el aumento del perímetro amurallado hasta el río, pasando de ser la periferia a una de las partes mas céntricas de la ciudad (no en vano, el centro geográfico de la Sevilla amurallada se ubicó en La Venera, actual calle de José Gestoso).
La conquista cristiana fue fundamental para el desarrollo de la Encarnación y los solares que la conformarían, ya que numerosos nobles y caballeros se establecieron en la zona; de esta forma, recibió el nombre de barrio de Morillo en honor de uno de los caballeros (Aznar Morillo) que acompañaron a San Fernando en la toma de la ciudad, mientras que la calle Regina pasó a denominarse Zúñiga en honor de d. Álvaro de Zúñiga, duque de Béjar.
Tan grande fue el arraigo nobiliario que alcanzó la zona (aún quedan algunas casas- palacio en la vecina calle Cuna), que en ella se establecieron buena parte de las principales familias sevillanas, pasando a denominarse como Plaza de don Pedro Ponce, en honor al ilustre duque de Arcos, que tenía en ella su residencia.
A uno de estos nobles, el veinticuatro Melchor del Alcázar, compró el Ayuntamiento unas casas en 1587 para ensanchar la calle Compañía, actual Laraña (llamada así porque en ella se encontraba la Casa de la Compañía de Jesús (actual Facultad de Bellas Artes, cuya iglesia era la Anunciación)) y sobre todo con la finalidad de que dexen por plaça todo lo que fuere pusible.
El resultado de estas actuaciones fue la creación de un gran solar fruto de las demoliciones que, por desidia del Ayuntamiento, se quedó vacío durante varios años (como vemos, la historia se repite siglos después) hasta que algunos de los ilustres vecinos de la collación como doña Catalina de Ribera o doña Beatriz Lasso de la Vega elevaron sus quejas a las más altas instancias, momento en que se adecentó la zona y se creó una plaza, la Plaza de don Pedro Ponce.
Ésta ocupaba casi la mitad de la actual Encarnación que hoy conocemos (me refiero a la plaza que hoy día podemos disfrutar hasta que se terminen las setas, es decir, sin contar el solar del antiguo mercado), abarcando el rectángulo que quedaría de prolongar Puente y Pellón (antigua Dados) hasta la calle Imagen, es decir, la zona sureste.
Es curioso porque la otra mitad de la actual plaza, que paradójicamente era la parte que se quería ampliar según el proyecto de ensanche de la calle Compañía, quedó ocupada por parte del Convento de la Encarnación de Religiosas Agustinas, actuando de tapón de dicha calle y cortando su tráfico natural con Imagen (tal y como ocurre en la actualidad).
Y es que en 1591, por orden testamentaria de don Juan de la Barrera, se funda este convento que es cerrado para la clausura en 1602. No queda en la actualidad ningún resto que atestigüe la existencia de este inmenso complejo religioso que abarcaba hasta la mitad del actual solar en obras. Más de 7.000 m2 repartidos en dos claustros, una iglesia con fachada a la plaza y diversas y variadas estancias que hacían posible la vida de recogimiento de sus moradoras.
Al Norte, como se ha referido anteriormente, se encontraba otra plaza de trazas mas irregulares, pero mucho más antigua, la de Regina.
El nombre de dicha plaza proviene de un antiguo colegio fundado en 1521 por doña Guiomar Manrique de Castro para las monjas dominicas, aunque estuvo poco tiempo bajo esta advocación, ya que en 1553 los marqueses de Ayamonte lo cedieron a los Padres Dominicos, que se establecieron definitivamente entre sus paredes.
Regina Angelorum era uno de los principales conventos de Sevilla, no en vano contaba con importantes obras de arte de artistas de la talla de Murillo o Pedro Roldán. Ubicado en la esquina de la calle José Gestoso (antigua calle Venera) con Regina, ocuparía parte de esta calle (que se ensanchó una vez demolido el convento) y el edificio de viviendas que actualmente se encuentra abandonado. La primitiva plaza de Regina estaría situada en el ensanche que hoy día es la puerta del mercado provisional.
Entre Regina y Encarnación, comunicadas por las calles del Aire y del Correo, dos casas- palacio colmataban el inmenso solar, creando con el convento agustino una gran manzana que permanecerá inalterada hasta el siglo XIX, fecha en que todo, una vez más, volverá a cambiar para siempre.
Y es que el 1 de Febrero de 1810 entraba en Sevilla el Mariscal Soult y, como suele ser habitual, siempre que este personaje se encontraba por medio, ya nada volvería a ser lo mismo