En los tiempos que corren, con el avance de las películas en 3D, las innovaciones en efectos infográficos y el nuevo formato de pantalla instaurado en todas las televisiones (proporción panorámica de 16:9 frente a los cuatro tercios de siempre), rodar una cinta como The Artist puede interpretarse de múltiples formas: una extravagancia, un divertimento, un homenaje al cine clásico,.....
Francia-Bélgica, 2011. Dirección y guión: Michel Hazanavicius. Fotografía: Guillaume Schiffman. Música: Ludovic Bource. Intérpretes: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, John Goodman, Malcolm McDowell, Missi Pyle, Penelope Ann Miller, James Cromwell, Beth Grant, Joel Murray.
En los tiempos que corren, con el avance de las películas en 3D, las innovaciones en efectos infográficos y el nuevo formato de pantalla instaurado en todas las televisiones (proporción panorámica de 16:9 frente a los cuatro tercios de siempre), rodar una cinta como The Artist puede interpretarse de múltiples formas: una extravagancia, un divertimento, un homenaje al cine clásico,.....
De entrada, es curioso sentarse en la butaca de un cine y contemplar en la pantalla panorámica una película que sólo ocupa un cuadrado en el centro, tal como ocurría antes de que se inventara el cinemascope en los años 50. A eso le añadimos que el filme en cuestión es mudo y en blanco y negro, y que su narrativa es la misma de principios del siglo XX, con una planificación sencilla y rótulos que se intercalan en mitad de la acción para poder entender los diálogos.
Lo que propone The Artist es un viaje en el tiempo a una época crucial en la Historia del Cine: el año 1927, cuando llegaba el sonoro para poner punto final a una forma de entender el cine. Fueron muchos los que se resistieron al sonido, en defensa de la esencia cinematográfica, que no es otra que el lenguaje de las imágenes. El propio Charles Chaplin desafió al nuevo invento rodando una cinta muda en 1931: Luces de la ciudad, e incluso se burló de la voz hablada en los primeros minutos de esta película.
El protagonista de The Artist, una estrella de Hollywood en los años 20, también se rebela ante el cine sonoro y se embarca en producir él mismo una silent movie, aunque le sale mucho peor que a Chaplin. El personaje central de esta historia es el símbolo de aquella época, y se asemeja a numerosos actores que vieron su carrera truncada de la noche a la mañana, cuando se dieron cuenta de que sus voces no estaban a la altura de su físico (algunos sí sobrevivieron, como Greta Garbo o Gary Cooper, y otros como John Gilbert cayeron en el olvido).
Para los amantes del cine, e incluso para un público más popular, The Artist es una delicia de película, una preciosa historia de amor entre los dos polos de aquella fábrica de sueños: el galán que se hunde irremediablemente y la joven actriz que sube rápidamente al Olimpo gracias a su voz prodigiosa (al estilo de Ha nacido una estrella). La tragicomedia sentimental de estos dos personajes se describe a través de numerosos momentos repletos de ingenio, filmados con inteligencia y con todo el sabor de aquellos años que daban paso a la época más dorada del cine. La trama divierte, emociona y nos mete de lleno en un maravilloso homenaje a una época irrepetible, en donde no falta un buen número musical en blanco y negro.