"Pasión, toga y birrete" rescata a una saga gaditana de juristas, políticos y docentes del Derecho, que tiene su origen a finales del siglo XIX en la panadería El Molino.
El periodista Fernando Orgambides (Cádiz, 1954) publicará en breve su primera obra de narrativa histórica, Pasión, toga y birrete, en la que rescata del olvido a la saga gaditana de los Rodríguez-Piñero, juristas, políticos y docentes del Derecho que, de manera ininterrumpida y desde la Restauración, han sido testigos y protagonistas de todos los ciclos históricos acaecidos en España.
"La saga, a la que pertenece también el que fuera presidente del Tribunal Constitucional y catedrático de Derecho del Trabajo Miguel Rodríguez-Piñero Bravo-Ferrer (tercera generación) tiene su origen en la todavía existente panadería El Molino, situada en la calle Adolfo de Castro, aunque ya con otros propietarios", dice Orgambides.
El Molino fue un negocio familiar que el patriarca de la saga heredó de su padre, el panadero gaditano Manuel Rodríguez García, a finales del siglo XIX y en el que trabajó hasta los 24 años compaginando sus estudios de Derecho con la elaboración de panes y galletas de trigo - también llamadas de embarque - para las travesías de alta mar.
Manuel Rodríguez Piñero fue un prestigioso jurista reclamado desde muchos puntos de España por sus grandes conocimientos en Derecho Civil y Mercantil, y también un abogado de excelente oratoria que llevó la defensa de 62 juicios con jurado, obteniendo 61 absoluciones.
El periodista gaditano alude a que comprometido con la causa republicana desde 1903, fundó años después el periódico El Reformista y se integró en el partido de esa orientación que lideraba Melquiades Álvarez, encargándose de su jefatura en Cádiz.
"Desde entonces se presenta por nuestra provincia a todas las elecciones nacionales convocadas al efecto, algunas en reñida disputa con los caciques monárquicos de la época, como fue el caso de Ramón de Carranza y Fernández de la Reguera, pero no obtiene acta de diputado hasta 1923, con la desgracia de que sólo estuvo unos meses en el escaño porque el Directorio Militar abolió la práctica parlamentaria", recuerda Orgambides.
Como diputado fue relevado dentro de la saga por su hijo Santiago Rodríguez-Piñero Jiménez, también abogado, director del diario local La Voz Radical y concejal y diputado a Cortes por Cádiz en 1931 dentro de las listas de la conjunción republicana-socialista.
La tercera diputada electa de la familia es Inmaculada Rodríguez-Piñero Fernández, actual cabeza de lista del PSOE por Valencia y primera mujer que ocupa la Secretaría de Economía y Formación de este partido desde que se reinstauró la democracia. Es nieta de Manuel e hija de Santiago, que falleció en 1967 en Madrid después de ejercer la abogacía en un prestigioso despacho y ocupar determinados cargos administrativos dentro del anterior régimen.
La obra, que va a ser publicada por la editorial Quorum, se centra en las tres primeras generaciones de la familia, en este caso padre, hijo y nieta, pero también en la figura como jurista y docente de Rodríguez-Piñero Bravo-Ferrer, nieto, sobrino y primo de los anteriores.
Ideólogo de la llamada Escuela Andaluza de Derecho del Trabajo y profesor igualmente de un presidente del Gobierno (Felipe González), cuatro presidentes de la Junta de Andalucía (Rafael Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves y José Antonio Griñán) y tres ministros de Trabajo (Chaves, Griñán y Javier Arenas).
Orgambides nos explica que, aunque la obra tiene un contenido biográfico, su desarrollo va en paralelo con el periodo comprendido entre la Restauración y nuestros días, y que cierra en el severo momento que está atravesando España como consecuencia de la crisis de deuda financiera y el incierto futuro del euro.
Asimismo nos adelanta que, al ser narrativa histórica, la obra es prolija en color, especialmente en la descripción del paisaje de Cádiz, tanto en entre siglos como en el advenimiento de la II República. "Una arenga de Santiago Rodríguez-Piñero a las masas impidió que en 1931 ardiera el convento de San Francisco, como ocurrió con otros templos", y añade que "fue un tipo peculiar, que votaba a favor de expulsar a los jesuitas de España, pero al mismo tiempos pedía protección del Estado a las Hermanitas de los Pobres".