IL CAPITALE UMANO (Italia, 2014). Director: Paolo Virzì. Guión: Paolo Virzì, Francesco Bruni y Francesco Piccolo, sobre la novela de Stephen Amidon. Música: Carlo Virzì. Fotografía: Jérôme Alméras y Simon Beaufils. Intérpretes: Valeria Bruni Tedeschi, Fabrizio Bentivoglio, Valeria Golino, Fabrizio Gifuni, Luigi Lo Cascio, Giovanni Anzaldo, Matilde Gioli, Guglielmo Pinelli.
El guionista y director italiano Paolo Virzi se dio a conocer en los 90 con ?La Bella Vita?, al ganar el David de Donatello al mejor director novel con su ópera prima. Desde entonces, sus películas han gozado de una buena aceptación en festivales internacionales, y aunque en nuestro país no es muy conocido entre el gran público, su última cinta ?El capital humano? fue la flamante ganadora de los máximos galardones del cine italiano el pasado año, con un total de siete David de Donatello, además de obtener el Premio del Público en la última edición de nuestro Festival de Cine Europeo de Sevilla.
?El capital humano? posee los dos mejores factores que podemos encontrar en una película: algo interesante que contar y una buena forma de contarlo. Por un lado, es un magnífico retrato de la sociedad de los últimos años: la crisis económica, la ambición humana, el desmoronamiento de la familia, los círculos elitistas de poder, y una dura crítica a los que se enriquecieron apostando por la ruina de un país, especulando con la pobreza de los demás y sacando tajada de un desastre, con sus inversiones bursátiles y un modo de vida cuyos lujos no tienen límites, aunque por debajo de esa apariencia rutilante y envidiada por muchos se esconde un poso de amargura e infelicidad que lo convierte todo en un caramelo envenenado con un bonito envoltorio.
Por otro lado, la arquitectura del relato ensambla a la perfección a los distintos personajes y motivaciones. Estamos ante una de esas películas que realiza saltos en el tiempo para mostrarnos las distintas líneas paralelas de la trama, a la manera de un puzzle que se va reconstruyendo a medida que conocemos las trayectorias de cada personaje, con el juego de la repetición de secuencias a través de diferentes puntos de vista. En esa estructura sabiamente fabricada está uno de los principales valores del filme, y siempre remitiendo al punto de referencia con el que se inicia la historia: un accidente de tráfico en el que abandonan a un ciclista moribundo en la cuneta de una carretera. Todo gira alrededor de ese suceso que une a los personajes de una forma dramática. Curiosamente, esta película también podría haberse llamado ?Muerte de un ciclista?, y al igual que el clásico de Juan Antonio Bardem utiliza este incidente para analizar el modus vivendi y el comportamiento de una sociedad en una época determinada. Si Bardem diseccionaba la burguesía de los años 50 y los órganos de poder, ahora Virzi usa el mismo detonante para analizar la crisis actual.
De esta forma, la cinta atrapa al espectador desde sus primeros minutos y no lo suelta hasta el desenlace final, con el planteamiento de un misterio (¿qué pasó exactamente en ese accidente?) y las desventuras de varios personajes que son arquetipos (incluso caricaturescos en algún sentido) de la sociedad actual: el tiburón de las finanzas, el desgraciado que sueña con una vida mejor e hipoteca todo lo que tiene, los jóvenes que viven al margen de problemas económicos, la esposa que sólo vive para ir de compras y mantener su status social,? Paolo Virzi sabe dibujarlos convincentemente y crea una extraña y dramática conexión entre ellos, a veces a la manera de un thriller elegante; de hecho, la cinta podría definirse como una espléndida combinación entre la crítica social y el género policíaco.
En suma, una película entretenida e inteligente, tan amarga como fascinante, y dotada de grandes interpretaciones, entre las que destaca, por encima de todos, una soberbia Valeria Bruni Tedeschi como la doliente e insatisfecha esposa que vive en un mundo de falsas apariencias; junto a ella alguna que otra cara conocida, como la actriz Valeria Golino, y un conjunto de actores que cumplen de sobras a la hora de crear este mosaico que se convierte en un ácido reflejo de nuestra sociedad.