THE HATEFUL EIGHT (USA, 2015). Dirección y guion: Quentin Tarantino. Fotografía: Robert Richardson. Música: Ennio Morricone. Intérpretes: Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh, Walton Goggins, Demian Bichir, Tim Roth, Michael Madsen, Bruce Dern, Channing Tatum.
Cuando se menciona que Quentin Tarantino tiene ocho largometrajes como director, la cifra nos parece corta, teniendo en cuenta además que empezó a destacar a principios de los 90. Nos da la impresión que la lista de trabajos de Tarantino es mucho más amplia. Claro que también hay que señalar que Kill Bill cuenta como una sola película, y que no se incluye la dirección de algunos episodios dentro de otras películas (Four Rooms, Death Proof y Sin City). Tampoco se habla de las cintas que ha producido, las que ha escrito o aquellas en las que solo aparece como actor. Si lo sumamos todo entonces sí nos encontramos con la extensa carrera de uno de los cineastas más imprescindibles de las últimas décadas.
Los Odiosos Ocho es el sumun de una trayectoria que comenzó hace veinticuatro años y que posee los elementos más identificativos de su cine. Es algo que tienen todos los grandes creadores: el sello personal, la marca de la casa, algo que los hace inconfundibles. En el caso de Tarantino, es de los pocos que pueden hacer una película de casi tres horas y mantenernos pegados a la butaca durante todo ese tiempo. No es nada fácil planificar largas secuencias, rodadas en un único escenario, y que el espectador no pestañee. Tarantino es un maestro a la hora de fabricar la calma que precede a la tormenta, la creación de una atmósfera en la que se masca la tragedia, la construcción de diálogos con los que puedes jugar durante muchos minutos sin aburrir al público ?sino todo lo contrario-. Cuando consigues eso, además de una ingeniosa galería de personajes y una impecable dirección de actores, ya puedes echarle horas a la película sin cansar a nadie. Al final todo se reduce a eso, y es tan sencillo como complicado: una buena historia, unos buenos personajes y un guión bien elaborado (algo que escasea bastante en el cine actual y que sólo Tarantino y unos pocos más tienen la admirable habilidad de poseer).
Con Los Odiosos Ocho, el director filma su segundo western, tan atípico e inusual como Django, aunque puede decirse que la mayoría de sus películas tienen estructura y elementos tomados del western (especialmente Kill Bill), y vuelve a reivindicar el cine de su juventud, rodando en 70 mm y consiguiendo que el mismísimo Ennio Morricone (a sus 87 años) le ponga la música.
En Los Odiosos Ocho están algunos de esos momentos sublimes que suelen ser habituales en el cine de Tarantino, como el largo y espléndido monólogo a cargo de Samuel L. Jackson (también Jennifer Jason Leigh se marca uno de esas largas parrafadas tarantinianas), la descripción que hace de la Justicia el verdugo británico que interpreta Tim Roth, o la tensión que se plasma en numerosos diálogos, sin olvidar por supuesto otro de los rasgos definitorios del cine de Tarantino: el salvajismo y la fiesta sangrienta que se despliega cuando la violencia explota entre los personajes; ahí está quizá el Tarantino más juguetón, el que disfruta y se divierte con la crudeza y los excesos al estilo de un cómic, con hipérboles de tebeo.
Es difícil decir si Los Odiosos Ocho es una de sus mejores cintas como director, y aunque no lo sea ya es decir bastante, teniendo en cuenta que él mismo puso el listón muy alto con Reservoir Dogs y Pulp Fiction. Por eso cualquier título que se acerque a ese nivel, y que consiga engancharnos durante casi tres horas de metraje, es bien recibido.