En días pasados arrancó el ciclo sobre el 25 Aniversario de la Expo´92, en el Ateneo sevillano con la conferencia titulada: “Expo´92. Propósito y frutos”, a cargo de D. Ignacio Montaño Jiménez, de Alcalá del Rio, economista, profesor mercantil, ex interventor general del Estado y pregonero de la Semana Santa de Sevilla , fue el comisario de Sevilla en la Expo´92. Antes había ostentado altos cargos en la organización nacional del V Centenario. Desde su actual remanso de la Intervención de Hacienda en Andalucía, se define como un sevillano entusiasta en una Sevilla fatalista. El ponente estuvo acompañado por el Presidente del Ateneo, D. Alberto Máximo Pérez Calero (medico) y por el Profesor D. José Álvarez Marcos, quien presentó al disertador. Entre su dilatada experiencia profesional, José Álvarez destaca sus siete años como director adjunto de Comunicación y responsable del programa Expo-info. Así como su experiencia pionera en Periodismo multimedia como jefe de sección de El Correo de Andalucía y director de Diario Expo´92.
En primer lugar el Presidente de la docta casa D. Alberto Máximo Pérez dio la bienvenida a los invitados de la mesa presidencial, a todos los asistentes que estuvieron en el salón de acto, por cierto numerosos y a los medios de comunicación que estuvimos allí presente.
Ignacio Montaño a firmó que la celebración de la Exposición Universal, según todo los que han considerado el tema, nace de una declaración que hace Su Majestad el Rey en el 76, que por primera vez cruza un Rey el charco; va a la República Dominicana. Y a raíz de ello personas del Instituto de Cooperación iberoamericana se pone a pensar en el tema. En el año 1981, siendo ministro de Hacienda Jaime García Añoveros (yo estaba de interventor general de la Administración del Estado), un día nos llama el ministro y nos dice que van a venir el presidente del ICI, que era el embajador Prado y Colón de Carvajal, con un equipo en el que estaba Guadalupe Muñoz Sampedro, el embajador López Shomer y algunas otras personas y que por parte del Ministerio de hacienda íbamos a estar el subsecretario, el director general de Presupuesto y yo, tanto por mi condición de interventor general como por el hecho de ser sevillano.
El ministro aparecía con ganas de enterarse un poco pero sin prisas. Nos enteramos de la intención manifestada por el Rey. Yo, al ser sevillano, me manifesté entusiasta desde el principio por esa idea.
Se aprobó y como consecuencia de aquello cuando se hizo el primer consejo de administración de la sociedad que en principio se llamó de Acto Conmemorativo del V Centenario del Descubrimiento de América, me nombraron uno de los consejeros. Recuerdo que hable con el director general del Patrimonio para decirle que yo estaba en otras sociedades, y que me parecería muchos consejos. Me dijo que no. Que eso había sido visto ya donde tenía que verse y que no podía renunciar. Formé parte del primer órgano encargado de organizar la Exposición. Curiosamente uno de los que también formó parte de él desde el principio fue el profesor Olivencia, que se encontraba en Alemania. Vino a la segunda reunión, pero yo le trataba ya como consecuencia de que normalmente D. Manuel Olivencia Ruiz no manejaba vehículo oficial en Madrid y a la salida yo lo llevaba a donde fuera, por mi condición, insisto, de sevillano. Ahí hicimos una amistad que determinó que cuando a él lo nombraran comisario me llamase para venirme con él al equipo. De tal manera que en las solapitas que daban en la Expo para la identificación, creo recordar que yo tenía el 2. Después de un conductor yo era el más antiguo de la sociedad estatal. Yo estuve en ella hasta el año 91 de director general. Cesé en junio y en septiembre el Ayuntamiento de Sevilla me llamó para ser comisario de la Ciudad y estuve hasta el 13 de octubre del 92.
Sevilla había optado previamente a mi colaboración, creo que con buen criterio excelente, por convertir la propia ciudad en sede. De ahí una serie de campaña que consistieron en lavarle a la ciudad la cara, mostrar como de fiesta. El sevillano se identificó desde el principio espectacularmente con la Exposición, incluso superando el mes de abril y los primeros días de mayo, a la afluencia de visitantes extranjeros, que fue muy poca. Al principio fuimos los sevillanos los que levantamos la Exposición a base de ganas, de entusiasmo. Y si el entusiasmo se manifestó yendo a la isla, no fue menor que asistiendo a las diversas sedes y de manera muy especial a la Magna Hispalense dentro de la Catedral. Entre los mandatarios que la visitaron era opinión de muchos que se trataba del mejor pabellón de toda la Exposición. La ciudad, a niveles de imagen, gozaba de buena salud. Recuerdo una encuesta que se había hecho años antes en la Quinta Avenida de Nueva York, en la que Sevilla aparecía como una de las cinco ciudades más conocidas del mundo, pero un treinta por ciento de los entrevistado consideraba que era una gran ciudad italiana. La Expo vino a centrar el tema. El sabor que había en la calle era el de una serie de visitante que aprovechaba la Exposición Universal para conocer la ciudad, y eso se notaba.
Andalucía tenía 150 kilometro de autovías y acabó con1500. La estación de Santa Justa es maravillosa y el aeropuerto quizás será el primero donde hubo una concepción artística sobre el carácter normalmente funcional de este tipo de edificios. También hacían falta esos cambios de mentalidad, pero yo recuerdo de Sevilla que aumentaron un trescientos por ciento las academias de idiomas e informática. Eso solamente con el impacto de la Expo.
Pero lo que quizás pasó en la ciudad fue que faltó fe. La Expo era un fenómeno controvertido, difícil de dirigir. Se había concebido fuera del ámbito sevillano. La decisión no era de una ciudad sino del Gobierno Central. Luego, al implantarse, había quien era de la ciudad y quien no lo era, lo cual daba la sensación de que se nos estaba haciendo la Expo desde fuera. Cuando se vio que no se creía en el proyecto del 93 nos encontramos con que esa falta de fe, a corto plazo, creo bastantes problemas. Pero ya no es una magnifica ciudad Italiana; ya es una extraordinaria ciudad o una ciudad con luces y sombras, pero que todo el mundo conoce y de la que todo el mundo admira a sus muchas cosas admirable.
Foto Antonio Rendón Domínguez