Los abuelos movían la leña para que el fuego siguiera vivo, la habitación estaba fría .Rodrigo cayó desplomado al suelo en uno de sus esfuerzos por acercarse a la chimenea, y su corazón dejó de latir, su mirada quedó vacía y su cuerpo sin vida. Como un fantasma su alma se despegó de su cuerpo y levitó, quedándose a un metro ,tumbado boca arriba. Y la espalda le dejó de doler, ya no sentía sus huesos rancios, ni su piel deshidratada y arrugada, que formaba surcos profundos en su cuello, delatando su larga vida.
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✍️ Angeles Oliveres Ribas.