JACOBO MARTOS FIGUEROA
No siempre es fácil que los hijos entiendan a sus padres o los padres a sus hijos. Sobre todo a partir de una edad, soberbia por naturaleza, en la que los hijos creen no tener que aprender nada.

Las fans de Raphael son una especie de guardia que cierra filas en torno al cantante. Esas mujeres -también hombres, por supuesto- representan un caso bien difícil en el mundo del espectáculo, de más de cincuenta años -los de la carrera de su ídolo-, que abarca la admiración y alcanza incluso la protección. No están nunca dispuestas a quedarse impasibles si alguien ataca a Raphael. Para ellas es más que su artista favorito, se diría que se trata de un familiar, de algo muy propio, de quien no van a consentir que sea ofendido. Ese proteccionismo llegó en los años sesenta hasta el punto de hacer declarar nada menos que a Pemán que Raphael no tenía cien mil novias, sino cien mil madres. No sabría uno ya si se trata de una corte de admiradoras o de una afición futbolística que defiende a capa y espada sus colores.