Hombre callado e introvertido donde los haya alzó la voz para pedir la cota de protagonismo que tenía con Luis Aragonés. Silva desapareció en Sudáfrica por arte de magia hasta aparecer en el presente. Camino de Polonia y Ucrania es otra vez ese jugador impredecible y determinante en tres cuartos de cancha.
Del Bosque, admirador confeso del de Arguineguín, sufrió más que nadie al apartarle de sus planes en el Mundial. Ahora sonríe cuando le ve levitar sobre el verde mientras se asocia en paredes imposibles con Cesc, Xavi o Iniesta. Silva fue autor de uno de los cinco goles contra Venezuela y participó en casi todas las acciones de España hasta que el seleccionador le sustituyo por Navas en la segunda mitad. Estuvo tan celestial como el color de la nueva segunda equipación.
El canario se mueve a las mil maravillas en el flanco derecha como lo hace Messi en el Barça. A pierna cambiada siempre acude al centro con diagonales y asociaciones. Fáciles de nombrar difíciles de ejecutar ya que sólo los elegidos saben eludir y sortear la maraña de piernas que se amontonan al borde del área.
En la lista de 23 hay unas plazas garantizadas y otras en el aire. Silva pertenece al primer grupo como lo fue en 2008 y 2010. En la Premier ya es todo un ídolo sin compartir los problemas de Torres. Goza de la confianza absoluta de Mancini y el once ideal del City no se entiende sin su presencia al lado del Kun.
Silva ha renacido y con él el juego más brillante de la Selección. Xavi es el arquitecto jefe con ayudantes de altura diminuta y talento infimito porque las obras maestras, como el tiqui-taca, se construyen entre varios.
Nuevamente se siente importante cinco meses después de reclamar más minutos de los que le estaba concediendo Del Bosque. Otros en su lugar hubieran castigado al jugador por hablar más de la cuenta. Las polémicas y los malos rollos no van con él, por eso se limitó a darle una nueva oportunidad y Silva ha cumplido con creces.